Según distintos reportes de prensa, la Santa Sede confirmó la acción este sábado y recalcó la voluntad de mantener un “diálogo constructivo” con Beijing para implementar el pacto y mejorar más aun las relaciones.
Las partes firmaron el documento el 22 de septiembre de 2018 y luego lo renovaron por dos años en 2020.
Ese convenio contempla el reconocimiento por parte de la Santa Sede de los sacerdotes nombrados por Beijing, que a su vez respeta la autoridad del Papa como jefe de la Iglesia Católica.
Definir su contenido implicó meses de negociaciones y al sellarlo las partes se comprometieron a laborar juntas para optimizar los lazos diplomáticos, interrumpidos desde 1951.
Ese hecho dio lugar a la primera reunión en décadas de los jefes de la diplomacia de China y El Vaticano en febrero de 2020, justo cuando emergía la pandemia de la Covid-19.
Analistas interpretaron el encuentro entre el ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, y Paul Gallagher, secretario de Relaciones con los Estados de la Santa Sede, como una muestra de voluntad para fomentar un entendimiento mayor y al mismo tiempo cooperar en la salud y la medicina.
Antes, en 2019, la universidad de Peking acogió una conferencia sobre el papa Francisco, su visión y dedicación al cuidado de los pobres y marginados, un hecho sin precedentes aquí.
Mientras en el mundo de la cultura, la Ciudad Prohibida presentó una exhibición conjunta de 78 piezas valiosas de esta nación y 12 del Museo Vaticano que integran al catolicismo con el arte chino.
Además, la Santa Sede participó en una exposición internacional de Horticultura en esta capital con una muestra de obras de arte y documentos de la Biblioteca Apostólica Vaticana sobre herbarios y propiedades medicinales de hierbas y plantas.
En opinión del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, los canales de comunicación entre Beijing y Roma fluyen bien y el pacto alcanzado es un punto de partida hacia una mayor cooperación.
El diálogo entre las partes –indicó- se enfoca en la búsqueda de soluciones prácticas para las vidas de quienes desean profesar la fe católica pacíficamente y contribuir de manera positiva al desarrollo del país.
“Ahora nos conocemos mejor, nos escuchamos y entendemos la necesidad de mantener el diálogo de la mejor manera (…) Lo más importante es que el diálogo debe conducir progresivamente a más consenso y frutos”, enfatizó el cardenal.
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