De acuerdo con el reporte, cada vez son mayores las repercusiones de esos eventos sobre los infantes, para quienes son especialmente nocivos, pues poseen menor capacidad para regular su temperatura corporal en comparación con los adultos.
Mientras más olas de calor sufran, mayor será la probabilidad de que padezcan afecciones respiratorias crónicas, asma y enfermedades cardiovasculares, indicó la fuente citada en el sitio web de Naciones Unidas.
Estimaciones del estudio advierten que, aunque se consiga reducir el nivel de calentamiento global, en tres décadas será inevitable que los 2020 millones de niños del planeta soporten ese tipo de fenómenos con más frecuencia.
Los incrementos más drásticos en la intensidad de esos eventos serán en las regiones del norte, especialmente de Europa, y para 2050 cerca de la mitad de los menores de 18 años de África y Asia podrían enfrentar de manera constante a termómetros más elevados de lo normal.
La directora ejecutiva de Unicef, Catherine Russell, subrayó que “uno de cada tres infantes vive actualmente en países con temperaturas extremadamente altas, y casi uno de cada cuatro está expuesto al aumento de la frecuencia de las olas de calor, una situación que tiene grandes probabilidades de empeorar”.
Enfatizó en los impactos de ello en la salud y el bienestar de las próximas generaciones, y añadió que “el grado de destrucción que supongan estos cambios dependerá de las medidas que tomemos ahora”.
Al respecto, Russell instó a los gobiernos a, como mínimo, limitar urgentemente el calentamiento global a 1,5 grados Celsius y duplicar la financiación destinada a la adaptación climática antes de 2025.
“Esta es la única manera de salvar la vida y el futuro de los niños, y también del planeta”, remarcó.
Actualmente 23 países registran el nivel más elevado de exposición infantil a temperaturas extremadamente altas, número que ascenderá a 33 a mitad de siglo de producirse un contexto de bajas emisiones y a 36 en caso de que estas sean muy altas.
Burkina Faso, Chad, Malí, Níger, Sudán, Iraq, Arabia Saudí, India y Pakistán aparecen entre las naciones que probablemente permanecerán en peligro frente a ambos escenarios, agregó el texto.
Para la activista de Uganda Vanessa Nakate, “por muy caluroso que haya sido 2022, probablemente será el año más frío del resto de nuestras vidas. El termómetro sube en nuestro planeta y, sin embargo, los dirigentes mundiales aún no empiezan a sudar”.
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