El reporte publicado por el Centro de Desarrollo Global (CGD, siglas en inglés) señala que de esos fondos, al menos cuatro mil millones de libras esterlinas (casi cinco mil millones de dólares) se quedan en el Reino Unido para costear el alojamiento y atención a los solicitantes de asilo y refugiados, sobre todo ucranianos.
Según el texto, aunque bajo las leyes internacionales es lícito incluir esos gastos como parte de la ayuda oficial al desarrollo, el Reino Unido es de los pocos países que hacen eso, y el único del Grupo de los Siete.
Decir que destinamos el 0,5 por ciento de nuestro Producto Interno Bruto (PIB) a la ayuda externa no tiene sentido, cuando una proporción tan grande de ese monto se gasta internamente, en lugar de usarlo para ayudar a las personas que enfrentan enormes dificultades en todo el mundo, señaló Ranil Dissanayake, uno de los investigadores del CGD.
Por ley, el Reino Unido debe destinar el 0,7 por ciento del PIB a la ayuda oficial al desarrollo, pero en 2021, el gobierno conservador que entonces lideraba el primer ministro Boris Johnson redujo el aporte al 0,5 por ciento.
Como resultado de la decisión, muy criticada por las organizaciones no gubernamentales, y que las autoridades británicas atribuyeron al impacto económico de la pandemia de la Covid-19, las naciones pobres y en vías de desarrollo dejaron de recibir alrededor de cinco mil millones de dólares.
Tras el recorte, y según cálculos del CGD, el monto de la ayuda británica asciende a 11 mil millones de libras (12 mil 700 millones de dólares), pero de ellos, unos cuatro mil millones son administrados por las instituciones multilaterales, incluido el Banco Mundial.
Un funcionario de la cancillería británica citado este sábado por Sky News admitió que la decisión de aceptar refugiados procedentes de Afganistán y Ucrania, y la l legada de migrantes irregulares está afectado el presupuesto de ayuda al desarrollo, pero remarcó que el Reino Unido es uno de los mayores donantes del mundo.
mem/nm