El mandatario tenía previsto ir a la ciudad de Orlando con su familia durante el largo feriado de esta semana en Ecuador, pero ante las críticas decidió permanecer en el territorio nacional.
Ecuador vivió una madrugada de terror con 10 atentados explosivos en gasolineras, hospitales y unidades de policía de las ciudades de Guayaquil y Esmeraldas, donde también asesinaron a dos policías y secuestraron agentes penitenciarios que fueron liberados horas después.
Según las autoridades, los hechos delincuenciales están relacionados y habrá una respuesta contundente, anunció el Comandante de la Policía Nacional Fausto Salinas.
«Emplearemos todas nuestras capacidades», aseguró Salinas e informó que trabajarán con los más de 52 mil uniformados en sus filas.
Por su parte, el ministro del Interior Juan Zapata insistió en que los sucesos son responsabilidad de bandas narcodelictivas y no de delincuencia común.
Si bien los autores de los delitos presuntamente pertenecen a esas pandillas ligadas al tráfico, la ciudadanía culpa al ejecutivo por no hacer lo suficiente para controlar la escalada de violencia.
La Policía Nacional y el gobierno anunciaron desde enero una inversión de 200 millones de dólares para equipar a los uniformados y combatir al narcotráfico, pero 11 meses después el desembolso de los recursos no se ha concretado.
Ecuador concluirá el año con la cifra más alta de asesinatos en las últimas tres décadas debido a la falta de inversiones sociales y políticas públicas frente a la violencia imperante, estiman expertos en la materia.
Cifras oficiales indican que en el primer semestre del año hubo en esta nación andina más de dos mil homicidios violentos.
ro/avr