La ceremonia se celebra tradicionalmente cada 1 y 2 de noviembre y en ella rinden tributo a los barones del panteón vudú: Barón Samedi, Barón La Croix, Barón Cimetière, Barón Kriminel, quien fue el primer hombre en ser enterrado en el cementerio y a su esposa Grann Brigitte.
Según los expertos los gédés no tienen miedo porque tuvieron antes una vida. Comen vidrio, ajíes crudos y picantes y untan sus genitales con una mezcla de alcoholes y chiles verdes.
Su principal función es llevar a los fallecidos a su morada final y sus seguidores visten de negro, morado y blanco.
“Tenemos que ser más como los gédés. Las pandillas no pueden matar la tradición”, dijo a Prensa Latina Marie, vestida de blanco y morado y con una vasija en las manos confeccionada con la piel de una calabaza seca.
Este año las festividades no tuvieron el brillo de periodos anteriores y el principal cementerio de Puerto Príncipe, situado en el centro de la ciudad, recibió menos asistentes que de costumbre.
La zona está ahora controlada por grupos armados que imponen su ley sin contraparte de las fuerzas de seguridad y los enfrentamientos con bandas rivales dejan cientos de fallecidos.
Por esa razón los residentes de Puerto Príncipe prefirieron adorar a sus ancestros en camposantos menos emblemáticos y allí llegaron con las raras, bandas que amenizan las festividades con instrumentos como el vaskin, conformado por tubos cilíndricos de bambú, así como tambores, trompetas y güiros.
Las multitudes festivas pueden verse en casi toda la capital y al menos por dos días pareciera que las pandillas dieron una tregua.
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