Según la entidad, el bloque del ex primer ministro conquistó 65 de los 120 escaños de la Knesset (Parlamento), suficientes para poner fin a la crisis política que provocó cinco elecciones desde abril de 2019.
Aunque las cifras pueden variar, hasta el momento el Likud, de Netanyahu, logró 31 asientos, mientras sus socios Sionismo Religioso, Shas y Judaísmo Unidos de la Tora ganaron 14, 12 y ocho, respectivamente.
La actual coalición gubernamental, que encabeza el primer ministro interino Yair Lapid, alcanzó 51 curules.
Aunque la victoria de Netayahu parece segura, no obstante, los números de su bloque podrían caer debido al sistema electoral israelí, que otorga cuatro plazas automáticas a los partidos que superen el 3,25 por ciento de los votos.
En estos momentos, según la comisión, el partido de izquierda Meretz suma 3,2 por ciento.
La campaña electoral estuvo marcada por la postura a favor o en contra de Netanyahu, un político que tras 15 años en el poder, 12 de ellos de forma ininterrumpida, dejó un país profundamente dividido en torno a su figura.
Adorado por la derecha y los sectores más conservadores y rechazado por la izquierda, los liberales y árabes, Bibi, como se le conoce, enfrenta tres casos judiciales por soborno, fraude y abuso de confianza.
Considerado un halcón por sus posturas de fuerza contra los palestinos y favorable a la expansión del Estado judío, Netanyahu durante su mandato fue un férreo defensor de la expansión de las colonias judías en Cisjordania y Jerusalén Este.
Los comicios de este martes también confirmaron el auge de la extrema derecha, encarnada de la formación Sionismo Religioso, dirigida por la alianza entre los diputados Bezalel Smotrich e Itamar Ben Gvir, con un discurso marcadamente antiárabe y xenófobo.
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