El festival tiene lugar en el octavo día del duodécimo mes del calendario lunar y este 2022 tiene la particularidad de acoger dos, pues el pasado 10 de enero fue el correspondiente al Año del Tigre y el de esta jornada, abre paso al Año del Conejo.
Según una antigua leyenda, cuando Sakyamuni se marchó de casa en búsqueda de la fe, se desmayó en el camino por hambre y agotamiento, pero una pastora que pasaba por allí le dio de comer gachas de avena y arroz pegajoso.
Tras alimentarse, se sentó a meditar bajo un árbol bodhi (árbol de la vida) y se convirtió en buda. Desde entonces, sus seguidores asumieron la costumbre de cocinar el Laba Zhou para conmemorar aquel hecho.
Templos y voluntarios de todo el país preparan el platillo y lo distribuyen desde las primeras horas del día a trabajadores de sitios en construcción, hospitales, casas de cuidado de ancianos y comunidades de personas necesitadas, pues la festividad es un homenaje a los actos de beneficencia.
En las diferentes versiones del Laba Zhou se utiliza, además del arroz glutinoso, los frijoles rojos, mijo, sorgo, nueces, almendras, cacahuete y semillas de loto.
Pero como en todas las celebraciones chinas, también tiene características diferentes en dependencia de la región.
Es por eso que los sabores varían, en zonas del norte predomina un postre con azúcar, mientras en el sur se usa más sal y verduras.
Otra tradición es preparar el vinagre Laba que se usará en vísperas del Año Nuevo Lunar o Fiesta de la Primavera. El próximo comenzará el 22 de enero y lo regirá el Conejo.
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