Por Oscar Redondo
Corresponsal en Italia
El primer ministro Mario Draghi, un economista de renombre formado en Estados Unidos, expresidente del Banco Central Europeo y cercano al exjefe de Gobierno derechista Silvio Berlusconi, renunció a mediados de este año a ese cargo, que ocupó desde febrero de 2021 en medio de una crisis, con un país paralizado por la pandemia de Covid-19.
El conflicto en Ucrania, que desde febrero de este año afecta al mundo y en particular a la región europea, agravó el desajuste político interno y precipitó el derrumbe draghiano, vaticinado inicialmente para el segundo trimestre de 2023, pues era difícil su continuidad tras las elecciones generales previstas para mayo de ese año.
La puja por el poder entre la derecha y la izquierda se evidenció con claridad en los comicios regionales de junio de 2022. En la primera ronda de las elecciones municipales, efectuada el 12 de ese mes, se estrenó de manera victoriosa la coalición de ultraderecha formada por FdI, La Liga y Forza Italia (FI).
Los italianos que acudieron a las urnas en 980 de los siete mil 904 municipios del país, para elegir alcaldes y concejales que ejercerán hasta 2027, votaron mayoritariamente a favor del conservadurismo en importantes plazas como Génova, L´Aquila y Palermo, capitales de las regiones de Liguria, Abruzzo y Sicilia, respectivamente.
Sin embargo, apenas 15 días después, en la segunda vuelta, la balanza se inclinó a favor de la alianza izquierdista entre el Partido Democrático (PD) y el Movimiento 5 Estrellas (M5S), este último fuerza mayoritaria en el Parlamento y amplio vencedor, con el 32,7 por ciento de los votos, en los anteriores comicios generales de marzo de 2018.
El 26 de junio ambas fuerzas unidas lograron imponerse en localidades como Parma, Cuneo, Alessandría, Verona, Catanzaro, Monza y Piacenza, mientras que de las 13 capitales en disputa en esta segunda ronda, la alianza derechista perdió seis de las 10 que estaban bajo su signo.
POLÉMICA Y ACENTUACIÓN DE LA CRISIS
Pero la división ya comenzaba a resquebrajar en lo interno al M5S, y externamente a las fuerzas de izquierda en su conjunto. El 19 de junio, una semana antes de ir a las urnas, la dirigencia de ese partido dio a conocer un borrador de resolución parlamentaria que generó una fuerte polémica.
Condenaba el suministro de armamento a Ucrania por parte de Italia debido a que, en criterio de los firmantes, conducía a una escalada del conflicto que dificultaba su solución diplomática, lo cual fue rechazado por el canciller Luigi Di Maggio, integrante de esa formación, quien anunció su salida de la misma.
También el presidente del PD, Enrico Letta, discrepó de esa postura del M5S, que representaba una posición mayoritaria de la opinión pública italiana, pero no de su élite política, más interesada en preservar su alineamiento con la Unión Europea (UE), la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Estados Unidos.
Mientras Di Maggio y Letta lanzaban dardos contra el M5S, la ultraderecha se lamía las heridas del fracaso del 26 de junio y Giorgia Meloni, Matteo Salvini y Berlusconi, dirigentes de FdI, La Liga y FI, respectivamente, cerraron filas decididos a lograr el control de los destinos del país.
El 30 de junio ocurrió un hecho que precipitó los acontecimientos, a raíz de un diferendo entre Draghi y Giuseppe Conte, líder del M5S, quien calificó de injerencia inadmisible supuestas gestiones del mandatario para tratar de apartarlo de su cargo al frente del movimiento.
El 6 de julio, Conte entregó al mandatario un documento de nueve puntos, con reclamaciones de “medidas extraordinarias”, y apenas una semana después su partido se abstuvo en la votación del Senado sobre un decreto de ayudas por considerarlo insuficiente, lo cual acentuó la crisis de la coalición gubernamental.
Meloni, líder de FdI, reclamó entonces que las elecciones generales se realizasen lo antes posible. “Basta de peleas y jueguitos de palacio sobre la piel de Italia y de los italianos, tengan el coraje y la dignidad de presentarse ante los ciudadanos”, señaló a través de Twitter, en su primer mensaje público en tal sentido.
Los sondeos realizados por esos días ya ubicaban a FdI como favorito para ganar los próximos comicios, con entre el 22 y el 24 por ciento de los votos, mientras que el PD sumaba entre el 21 y el 23 por ciento en esas encuestas, La Liga ocupaba el tercer lugar con el 15 por ciento y FI registraba entre un 7 y un 10 por ciento de preferencia.
A pesar de que el 14 de julio Draghi logró la aprobación de su propuesta legislativa en el Senado, la abstención del M5S le sirvió de argumento para presentar su renuncia como primer ministro ante el presidente Sergio Mattarella, quien la rechazó y le recomendó invocar el 20 de julio en el Congreso el apoyo de la mayoría parlamentaria.
Sin embargo, ese día no solo los pentaestelares, sino también La Liga y FI, principales exponentes de la derecha en la alianza gubernamental, viraron la espalda al mandatario y, pocas horas después, Mattarella aceptó la dimisión de Draghi, tras lo cual convocó a elecciones generales para el 25 de septiembre.
VIRAJE POLÍTICO
El 27 de julio Berlusconi, Salvini y Meloni firmaron un pacto según el cual el nuevo jefe de Gobierno sería el líder del partido con más votos en esos comicios, lo cual significaba que, sobre la base de los sondeos entre los electores, probablemente ese cargo sería asumido por la presidenta de FdI, como finalmente ocurrió.
Durante la campaña electoral las encuestas coincidieron de manera general con lo previsto desde fines de junio, con pocas variaciones. La ultraderecha consolidó su unidad a toda costa, mientras que la izquierda profundizó sus divisiones y se condenó al fracaso que sobrevino en las urnas el último domingo del tercer trimestre.
Los resultados de las votaciones del 25 de septiembre marcaron un viraje político en este país, donde en los próximos cinco años gobernará una coalición de ultraderecha, que triunfó con el 44,02 por ciento de los votos.
El FdI encabezó la alianza conservadora, con más del 25 por ciento de los sufragios, otras fuerzas políticas que integraron la misma obtuvieron resultados más modestos. El PD logró apenas un 19,0, mientras que la precaria unión de izquierda sumo apenas un 26,0 por ciento de conjunto, y el aislado M5S alcanzó 15,0 puntos porcentuales.
De esa forma, la coalición ultraconservadora conquistó una mayoría absoluta en el Parlamento, con 237 de los 400 diputados y 113 de los 200 senadores, y Meloni se convirtió el 22 de octubre en la primera mujer al frente de un Gobierno considerado como el más derechista en Italia desde la dictadura fascista de Benito Mussolini.
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