Ubicado en el centro histórico de la capital egipcia, resulta, además de centro comercial, un distrito bullicioso rico en historia, lugar donde han confluido visitantes de diferentes pueblos del mundo durante más de 600 años.
Sus orígenes se remontan al siglo XIV —año 1382, para ser precisos—,cuando el sultán mameluco Djaharks El Jalili decidió construir uncomplejo de mercados (caravasar) en un área que había servido decementerio a los gobernantes de la dinastía fatimí (siglo X).
El zoco se convirtió muy pronto en punto de referencia económica de la región y al crecer fue asimilando las novedades arquitectónicas de los distintos períodos de la historia, mas sin abandonar los estilos anteriores, lo cual se expresa en esa mezcla encantadora de lo viejo con lo nuevo que hoy día aún puede disfrutarse.
Tras los elementos modernos añadidos a posteriori asoman arcadas y techos abovedados de corte mameluco, altos mosaicos de azulejos multicolores, puertas de madera talladas, balcones vetustos colgando sobre calles adoquinadas y gruesas paredes de piedra caliza que sirven de escenario a un sinfín de locales exóticos.
Como en aquellos lejanos días, en el concurrido Jan El Jalili puede encontrarse cualquier cosa imaginable: lámparas de colores, joyería,instrumentos musicales, artesanía inspirada en el arte egipcio antiguo,y también cosméticos, artículos para el hogar o simplemente frutas y verduras.
Pero si hay algo más fascinante que sus puestos de venta esos son los viejos cafés donde tradicionalmente se tomaba té y se fumaba shisha —también llamada narguile en el país y en la región—, aunque tras la pandemia de la Covid-19 las autoridades limitaron esta última actividad.
Entre los más populares destaca El Fishawi, un lugar encantador de estilo vintage que se encuentra abierto las 24 horas del día desde hace 200 años y cuya decoración apenas ha cambiado desde que se fundó el local en 1773.
A lo largo del tiempo, tanto su ambiente como su delicioso café turco atrajeron a distintas personalidades nacionales y foráneas; sin embargo, el sitio se hizo famoso gracias a la asidua presencia del escritor egipcio Nagib Mahfouz, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1988.
Al igual que el autor, quien probablemente al observar a sus coterráneosen esa zona tan animada logró sintetizar mucho de la idiosincrasia egipcia, disfrutamos del ajetreo del bazar, de los aromas dulzones que invaden las callejuelas y de melodías tradicionales interpretadas por músicos.
En cada uno de estos pasajes, la magia de Jan El Jalili muestra al visitante una riqueza cultural acumulada tras siglos de existencia, dotándolo así de una ventana excepcional para conocer y entender el alma de un pueblo que integra en su presente el turismo, el arte y la historia.
(Tomado de Orbe)
P5, cursiva a posteriori