Ubicada en el corazón de la capital chilena, la plaza fue creada en 1541 por el conquistador español Pedro de Valdivia como un campo de entrenamiento militar y centro estratégico para la expansión de la conquista.
A su alrededor se levantaron las edificaciones más significativas de la época, entre ellas, la primera Catedral de Santiago y la Residencia de los Gobernadores, que hoy es la sede del Correo Central.
También fueron construidos el Palacio de la Real Audiencia, donde ahora está el Museo Histórico Nacional, y el cabildo de la ciudad, sede actual de la Municipalidad de Santiago.
Con el paso de los años, la plaza se transformó en un centro comercial, porque hasta allí llegaban las carretas de mercancía. Era el lugar de convergencia de los carros tirados por caballos y posteriormente de los tranvías eléctricos.
En la segunda mitad del siglo XIX comenzó a modernizarse y se convirtió en un parque al estilo europeo, con fuentes y jardines donde fueron plantados cedros, araucarias, ceibos, encinas y palmeras.
Dentro de sus obras destaca el Monumento a la Libertad Americana, del artista italiano Francisco Orsolino, el cual representa la figura de una mujer que rompe las cadenas de la esclavitud.
Además, está el conjunto escultórico dedicado a los pueblos indígenas, de Enrique Villalobos, inaugurado en 1992 en conmemoración de los 500 años del mal llamado “descubrimiento de América”.
La estatua ecuestre de Pedro de Valdivia con el acta de la fundación de Santiago y la del cardenal José María Caro en el frontis de la catedral son también monumentos relevantes.
Hoy, la Plaza de Armas es uno de los sitios más concurridos de la ciudad, tanto por chilenos como por personas provenientes de diversas partes del mundo que llegan para pasear, hacerse una caricatura por los dibujantes que tienen sus puestos fijos allí, tomarse fotos con cámaras antiguas y hasta jugar una partida de ajedrez.
(Tomado de Orbe)