Falta de entendimiento entre los bloques parlamentarios, agravamiento de la crisis e injerencia extranjera trascenderán al 2023 para condicionar el nombramiento de un candidato nacional, capaz de impulsar el restablecimiento de las instituciones del Estado y las reformas de la recuperación.
Luego de una pausa impuesta por las festividades de navidad y fin de año, el legislativo prevé retomar sus convocatorias antes del 10 de enero con el propósito de designar al mandatario número 14 después de la independencia.
Diez sesiones fracasadas desde el pasado 29 de septiembre y la negativa al diálogo de algunos partidos obstaculizan el nombramiento del nuevo representante de la comunidad cristiana maronita en ocupar la presidencia de la República para los siguiente seis años.
Según la Constitución, en la ronda inicial de votaciones, el candidato debe obtener una mayoría de dos tercios, o 86 sufragios para ganar. En caso de segunda vuelta, el postulante necesita de 65 votos.
Michel Aoun finalizó su gestión al frente del Estado el 31 de octubre pasado y el país entró en su cuarto vacío constitucional desde 1943, por primera vez en medio de un gobierno interino.
Precisamente, Aoun, el mandatario más longevo en el momento de asumir sus funciones con 81 años, requirió 46 sesiones legislativas para completar el quórum en 2016 y poner fin a 888 días de vacío presidencial.
Desde el primer mandatario de la República, Bechara El Khoury (1943-1952), Líbano enfrentó vacíos constitucionales en los períodos de 1989, 2007-2008 y 2014-2016; además del asesinato de dos presidentes Bachir Gemayel (1982) y Rene Moauad (1991).
Ausencia de formación de gobierno desde junio pasado y fragmentación en el Parlamento constituyen factores apremiantes que limitan la elección de un presidente para la República Libanesa, a la luz de la peor crisis económica y financiera de su época moderna.
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