Un reciente reporte de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad, por sus siglas en inglés) subraya los desafíos para la seguridad alimentaria global, pero especialmente para las personas en los países en desarrollo que importan la mayor parte de sus alimentos con un dólar cada vez más fuerte.
La Unctad destaca que la actual crisis alimentaria se agudizó tras las afectaciones económicas ocasionadas por la pandemia de la Covid-19, el conflicto en Ucrania, y la fortaleza del dólar.
En otras oportunidades, mientras aumentaba el precio de los alimentos caía el valor del billete verde – moneda principal del comercio foráneo-, y con su devaluación se reducía el costo final para las monedas locales, acota la investigación.
Pero el dólar subió un 24 por ciento entre mayo de 2021 y octubre de 2022, ya que la Reserva Federal aumentó las tasas de interés en su intento por frenar la inflación en Estados Unidos.
Para los países en desarrollo importadores netos de alimentos, el mercado internacional es un salvavidas, pero en la medida que se encarece comprar dólares, también es más difícil evitar que millones de personas pasen hambre, remarca la Unctad.
Esa combinación de altos precios en los alimentos y un dólar fuerte constituiye una «doble carga», que obliga a las personas a adoptar decisiones difíciles para llegar a fin de mes, como saltarse las comidas o sacar a un niño de la escuela, destaca el texto.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) los precios de los productos alimenticios más comercializados se ubicaron noviembre en niveles históricamente altos 135,7 puntos, después del máximo histórico anotado en marzo de 159,3 puntos.
En tres años la inseguridad alimentaria aguda se triplicó de 135 millones antes de la Covid-19 a casi 350 millones en la actualidad, según datos de la FAO y del Programa Mundial de Alimentos.
Ante ese panorama algunas de las propuestas del organismo internacional en un intento por paliar la crisis alimentaria son: aliviar las restricciones financieras, garantizar el comercio abierto y el acceso a alimentos estables, y aumentar la disponibilidad de alimentos a nivel nacional e internacional.
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