En un comunicado, la diplomacia libanesa calificó de grave violación al complejo sagrado por parte de un ministro del nuevo gobierno de Tel Aviv, lo que sugiere el rumbo de las políticas extremistas de la administración de Benjamin Netanyahu hacia el pueblo palestino, sus derechos y santidades.
Sobre este tema, el ministerio rechazó la evidencia de estas políticas en los repetidos ataques contra los palestinos, el asalto a campamentos y hogares, y la destrucción de hogares.
Consideró que tales acciones constituyen una clara declaración del gabinete de Netanyahu de su política agresiva y el rechazo práctico a los esfuerzos de paz encaminados a alcanzar una solución.
En este sentido, la cancillería libanesa llamó al Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) a asumir sus responsabilidades y disuadir al gobierno israelí y obligarlo a respetar las resoluciones pertinentes de legitimidad internacional.
Al rechazo de la visita de Ben Gvir a la jerosolimitana Explanada de las Mezquitas se sumaron la Asamblea de Ulemas Musulmanes, la Conferencia Árabe General y el Movimiento Amal. Mediante declaraciones, las partes enfatizaron que la mezquita de Al-Aqsa constituye un derecho puro para los árabes, musulmanes y palestinos, y no acepta la división o la asociación.
En este contexto, insistieron en la necesidad de intensificar el ritmo de la resistencia en la tierra de Palestina en todas sus formas como único camino para enfrentar los crímenes de la entidad sionista.
Conocido por sus posiciones abiertamente racistas y antiárabes, Ben Gvir desató la ira de los palestinos al asaltar junto a numerosos colonos y ultranacionalistas el sitio sagrado de los musulmanes, en la ciudad vieja, ubicada en la parte oriental de la metrópoli, ocupada por el ejército de Israel durante la guerra de 1967.
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