La investigación fue realizada en la Universidad de Nuevo Gales del Sur en Sidney, Australia, y advierte que los individuos llegan a ese punto debido a sus propios estándares implacables.
El burnout, también llamado síndrome de desgaste profesional o de estar quemado, es la respuesta que da un trabajador cuando percibe la diferencia existente entre sus propios ideales y la realidad de su vida laboral.
En la actualidad, se entiende como una forma inadecuada de responder ante el estrés laboral crónico, presentando una serie de conductas y sentimientos negativos hacia la gente con la que el trabajador contacta a diario, así como la sensación de sentirse agotado emocionalmente.
Precisan los expertos que se manifiesta, principalmente, dando los siguientes síntomas: agotamiento emocional, despersonalización o conductas negativas hacia usuarios y compañeros, además de sentimientos de baja realización personal.
Los expertos aclaran que a dicha actitud se suman factores negativos como las presiones de la inflación que hacen sentir a los individuos al límites de sus fuerzas.
“Para algunas personas, el efecto acumulativo de estos periodos prolongados de estrés puede desembocar en el agotamiento. A diferencia del cansancio normal, los expertos sugieren que los síntomas del burnout incluyen confusión en casa o en el trabajo”, argumentan los especialistas.
Quienes lo sufren también padecen disfunciones cognitivas, conocidas como niebla cerebral, y desconexión de sus amigos y familiares, además de bajo rendimiento laboral y actividades del hogar.
El burnout también puede desarrollarse como resultado de rasgos de personalidad predisponentes, especialmente el perfeccionismo.
«Las personas con rasgos perfeccionistas suelen ser excelentes trabajadores, ya que son extremadamente fiables y concienzudos.
Estos llegan al agotamiento ya que se fijan metas alejadas de la realidad que en la mayoría de los casos les resulta imposible cumplirlas.
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