Imágenes 3D de más de dos mil kilómetros de espeso bosque tropical recién revelaron la existencia de milenarios edificios de piedra, los cuales permitirán a los investigadores tener una idea más exacta del ordenamiento de estas estructuras hace más de dos mil años.
Siete años de investigación por parte del del Proyecto Cuenca Mirador y el Consorcio de Investigadores de Universidades Nacionales e Internacionales, ponen a disposición de expertos y el mundo la forma en qué fueron ordenados tanto los milenarios edificios como las principales vías de comunicación en esa megápolis.
De esa cuenta, suman 775 asentamientos mayas antiguos dentro de la cuenca kárstica Mirador-Calakmul y más de 189 sitios que formaban ciudades, pueblos y aldeas en la zona circundante.
Según el proyecto liderado por el arqueólogo estadounidense Richard Hansen junto a otros colegas de su país y de Guatemala, las calzadas en los asentamientos y sitios del Mirador se extienden por más de 177 kilómetros, ocupan 40 metros de ancho y se elevan a cinco metros sobre el nivel del suelo.
Los objetos identificados, en un 85,8 por ciento, corresponden a territorio guatemalteco de la cuenca, aseguró Hansen.
A su juicio, estos hallazgos son impactantes porque los sitios estaban vinculados por calzadas que dan forma a una red unificadora de ciudades nunca antes vista.
«Este es el estudio de asentamientos mayas más grande que se ha publicado», admitió Hansen, tras su publicación en diciembre del pasado año en la Cambridge University Press.
Para llegar a estas conclusiones, los especialistas recopilaron datos desde 2015, cuando inició la aplicación de la tecnología láser (Light Detection and Ranging) sobre la selva.
Los descubrimientos explicarían la influencia de la arquitectura en la expansión social, política y económica de los mayas asentados en El Mirador durante el preclásico tardío y el medio, detalló.
Aún cuentan pirámides y calculan más de 10 mil, al punto de pensar que los habitantes de esa cuenca formaron uno de los primeros estados del continente, precisó Hansen.
Las estructuras cuentan con un relleno de piedra, lodo y cal, y varios edificios contaban con terrazas en las que se aprovechaba el lodo para cultivar maíz, calabaza, frijol, algodón, palma, cacao, entre otras especies, aseguró.
Sin embargo, todavía queda mucho por descifrar en esas silenciosas y abrumadoras capas de verde que habitan ese reino latifoliado y perduran tres mil tipos de árboles y más de 500 especies de animales.
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