Según un reporte del diario The Hill, este tipo de sucesos obligó a abandonar sus hogares a 999 mil 401 personas en el estado ubicado más al sureste del país, aproximadamente el siete por ciento de la población de esa demarcación.
Florida fue devastada en septiembre pasado por el huracán Ian, que tocó tierra norteamericana con categoría cuatro y mató al menos a 114 personas (aunque otros recuentos apuntan a 147 fallecidos), mientras costó hasta 65 mil millones de dólares en pérdidas aseguradas.
En tanto, 410 mil habitantes de Luisiana, el 15 por ciento de la población del estado, resultó desplazada el año pasado.
Entre los desastres naturales que afectaron el área aparecen múltiples tornados, en un país que tiene anualmente un promedio de más de mil 150 fenómenos de ese tipo, cifra superior a la de cualquier otra nación.
Los estados de las regiones de Nueva Inglaterra, el Medio Oeste y las Grandes Llanuras registraron el porcentaje más bajo de residentes obligados a dejar sus hogares por catástrofes, indicó la Oficina del Censo.
En este sentido, Maine, Indiana, Dakota del Norte y Ohio registraron alrededor del 0,2 por ciento de pobladores desplazados.
La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados considera el movimiento por desastres naturales como uno de los efectos más devastadores del cambio climático.
La ley de financiación del Gobierno federal hasta septiembre del 2023 incluye menos fondos para las contribuciones de emergencia ante catástrofes (como sequías, huracanes, inundaciones e incendios forestales) que, por ejemplo, los destinados para la supuesta asistencia a Ucrania en medio de la operación militar.
El plan prevé dirigir 38 mil millones de dólares para actuar frente a desastres, mientras destina más de 45 mil millones de dólares para Kiev, si bien Rusia denunció que ese tipo de postura alienta las tensiones y prolonga el conflicto en Europa del Este.
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