El estudio reveló que la cantidad de polvo de las tormentas transportado desde los desiertos a otras regiones por la atmósfera aumentó aproximadamente un 55 por ciento desde mediados del siglo XIX, lo cual incrementó su efecto refrigerante.
Algunos efectos del polvo atmosférico calientan el planeta, pero como otros lo contrarrestan, por ejemplo, dispersando la luz solar hacia el espacio y disipando las nubes altas que calientan la Tierra. La pesquisa calculó que el efecto global del polvo es de enfriamiento.
Si los niveles de polvo disminuyesen, o simplemente dejasen de aumentar, el calentamiento podría intensificarse, explicó Jasper Kok, físico atmosférico del centro universitario y autor principal del estudio,
«Demostramos que el polvo del desierto ha aumentado y, muy probablemente, contrarrestado ligeramente el calentamiento de efecto invernadero, que no aparece en los modelos climáticos actuales», manifestó en un comunicado Kok, quien estudia cómo las partículas afectan al clima.
Añadió que el aumento del polvo no ha provocado mucho enfriamiento, pero los hallazgos implican que los gases de efecto invernadero por sí solos podrían causar un calentamiento del clima aún mayor del que predicen actualmente los modelos.
Además de las interacciones atmosféricas con la luz solar y la nubosidad, cuando el polvo cae a la Tierra puede oscurecer la nieve y el hielo al depositarse sobre ellos, haciendo que absorban más calor; también enfría el planeta al depositar nutrientes como el hierro y el fósforo.
Cuando esos nutrientes aterrizan en el océano, por ejemplo, favorecen el crecimiento del fitoplancton que absorbe dióxido de carbono de la atmósfera, provocando así un efecto neto de enfriamiento, concluyó Kok.
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