En una conferencia de prensa en el lugar del hallazgo, Hawass precisó que son sepulcros de la V y VI dinastías, cuyos miembros reinaron en la tierra de los faraones del 2494 a.n.e. al 2171 a.n.e.
La tumba más importante perteneció a Khnumdjedef, inspector de funcionarios, supervisor de los nobles y sacerdote del faraón Unas, el último de la quinta dinastía y cuya pirámide se encuentra a pocos metros del sitio.
El panteón está decorado con escenas de la vida cotidiana, explicó Hawass, quien encabezó la misión que estudió la zona.
La segunda tumba más grande pertenecía a Meri, guardiana de los secretos y asistente del gran líder del palacio, y la tercera a un sacerdote, quien fue enterrado junto a nueve estatuas.
“Desafortunadamente, la expedición no encontró ninguna inscripción que pudiera identificar al dueño de esas estatuas”, señaló.
No obstante, detalló que varios meses después del descubrimiento original, cerca de allí los expertos encontraron una puerta falsa, cuyo dueño se llamaba Messi.
El renombrado arqueólogo afirmó que uno de los hallazgos más importantes estaba escondido en un pozo de 15 metros de profundidad, que en su interior guardaba un gran sarcófago rectangular de piedra caliza.
Las inscripciones talladas en la parte superior del mismo revelaron que el nombre de su propietario fue Hekashepes y al abrirlo hallaron una momia de un hombre cubierta de hojas de oro.
Esta es una de las más antiguas y mejor conservadas, junto a las momias reales, subrayó Hawass.
También se desenterraron numerosas vasijas de piedra, amuletos y herramientas para la vida diaria y estatuas de Ptah-Sokar.
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