Este nuevo anuncio de las tumbas encontradas en los terrenos de la Misión de San José —otrora escuela residencial para menores nativos— se suma a los casi dos mil sepulcros hallados en los últimos años en centros educativos en el país.
Más de 150 mil infantes fueron separados de sus familias y comunidades a la fuerza y obligados a asistir a estos colegios desde la década de 1830 hasta el cierre del último en 1997.
Dichas instituciones fueron creadas por el Gobierno federal canadiense y administradas por la Iglesia católica, con el objetivo de hacer desaparecer las lenguas y culturas de los nativos.
Según el Centro Nacional para la Verdad y la Reconciliación, unos cuatro mil 100 niños murieron en esas escuelas, aunque de acuerdo con los registros de defunción, es probable que el número total de fallecidos sea mucho mayor.
El mayor hallazgo ocurrió en Saskatchewan, en 2021, donde se develaron 715 tumbas sin identificar.
Tras los primeros descubrimientos, cientos de defensores de las poblaciones originarias alrededor del mundo exigieron más acciones del Ejecutivo canadiense para encontrar la verdad y hacer justicia.
Para los miembros de los pueblos nativos en realidad no fue una revelación, solo la confirmación.Sabían que sus seres queridos estaban muertos, en tumbas sin marcar.
El escándalo llevó al propio el primer ministro, Justin Trudeau, a pedir disculpas públicas a nombre del Gobierno; también, el papa Francisco lamentó los abusos de la Iglesia católica de Canadá contra los indígenas, un proceso que destruyó sus culturas, separó a sus familias y marginó a generaciones.
El hecho de que tantos menores sufrieran arbitrariedades y en muchos casos hasta la muerte fue catalogado por expertos de genocidio cultural.
Sin embargo, portavoces de los pueblos originarios prefieren llamarlo solo genocidio, pues alegan que fue el exterminio sistemático no solo de una cultura, sino de un estilo de vida y visión del mundo.
(Tomado de Orbe)