En 2016 empezó una investigación de la composición de los residuos plásticos en las costas del Ártico, explicó la investigadora del AWI, Melanie Bergmann autora del proyecto junto con la guía turística y escritora Birgit Lutz.
Bergmann explicó que los desechos que aún tenían marcas, etiquetas o huellas en un 80 por ciento eran restos de plástico y aunque podían clasificarse como procedentes de la pesca, no se pudo identificar su punto de origen.
En aproximadamente el uno por ciento de los desechos aún podían reconocerse etiquetas o huellas, principalmente de países árticos, sobre todo Rusia y Noruega.
Por estudios anteriores y modelos informáticos se sabe que la contaminación plástica procede tanto de fuentes locales como remotas, y llega al océano procedente de barcos y de comunidades árticas con sistemas deficientes de gestión de residuos.
En cuanto a las fuentes remotas los expertos encontraron en las costas del archipoélago noruego Svalbard residuos procedentes de Brasil, China y Estados Unidos, pero los procedentes de Europa también acabaron en el Ártico, representando el ocho por ciento del total.
Tal cantidad de desechos plásticos plantean retos adicionales a los ecosistemas árticos, que ya están sobrecargados por el cambio climático, en una zona que se calienta cuatro veces más que la media mundial y se convierte en una especie de sumidero final.
Es importante que la producción mundial de plástico se reduzca de forma masiva, especialmente en los países industrializados de Europa, Norteamérica y Asia, ya que un 11 por ciento va al agua.
Tal situación subraya la necesidad urgente de un Tratado de las Naciones Unidas sobre los Plásticos ambicioso y jurídicamente vinculante, que debe entrar en vigor en 2024, concluyó la investigación.
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