El documento, elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, el Programa Mundial de Alimentos y la Organización Mundial de la Salud, denunció además la falta de instalaciones básicas de saneamiento en los centros educacionales.
Bajo el título Aprender y prosperar: Salud y nutrición escolar alrededor del mundo, el texto muestra que la provisión de salud y nutrición escolar incentiva a los niños a acudir a la escuela y a permanecer en ella, mientras las comidas escolares por sí solas aumentan la matricula y asistencia en un nueve y ocho por ciento, respectivamente.
Las agencias de la ONU consideraron que todas las acciones suponen un importante retorno de inversión para los países, además de mejorar la vida cotidiana y las condiciones de estudio de los niños.
Por ejemplo, los programas de alimentación escolar ofrecen un rendimiento de nueve dólares por cada dólar invertido, y los que abordan la salud mental pueden proporcionar potencialmente un rendimiento de la inversión de 21,5 dólares por cada dólar invertido.
Aseguraron que si bien nueve de cada 10 países del mundo financian planes de salud y nutrición escolar, estas inversiones son desiguales de una región a otra y a menudo insuficientes en comparación con las necesidades.
Por ello, advirtieron que es esencial un mayor compromiso de los gobiernos nacionales y el apoyo de la comunidad internacional.
A nivel mundial, sólo se invierten dos mil millones de dólares al año en atender las necesidades sanitarias de los niños y adolescentes en edad escolar, mientras que en las naciones de ingresos bajos y medios-bajos se gastan unos 210 mil millones de dólares en la educación de este grupo de edad.
En la actualidad, aunque casi todos los países del proporcionan comidas escolares, se calcula que 73 millones de los infantes más vulnerables siguen sin beneficiarse de estos programas de alimentación escolar sobre el terreno.
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