Reunidos en la Casa Blanca, ambos líderes recordaron los disturbios ocurridos en sus respectivos países en enero, que fueron considerados como intentos de golpe de Estado.
“Nuestras democracias fueron puestas a prueba últimamente”, dijo el mandatario norteamericano a Lula.
El pasado 8 de enero, una semana después de la toma de posesión de Lula, partidarios del expresidente Jair Bolsonaro (2019-2023) atacaron sedes gubernamentales en Brasilia.
Los disturbios de ese momento hacen recordar el asalto al Capitolio federal estadounidense del 6 de enero de 2021, protagonizado por una turba de seguidores del entonces ocupante del Despacho Oval, Donald Trump (2017-2021).
Alentados por las declaraciones del exgobernante sobre un presunto fraude en las elecciones generales de 2020 (que luego fue descartado por todas las evidencias e investigaciones), los alborotadores intentaron detener la certificación de la victoria de Biden.
Durante la revuelta hubo cinco muertos y más de 140 policías resultaron heridos.
Como parte del encuentro bilateral, Lula comentó a Biden que Brasil había estado “aislado del mundo durante cuatro años”, refiriéndose al gobierno de Bolsonaro.
Según el diario The Hill, el fundador del Partido de los Trabajadores manifestó que su predecesor odiaba las relaciones con otras naciones y consumía “fake news mañana, tarde y noche”.
Después de los disturbios en Brasil, Biden expresó su apoyo al presidente a través de una llamada telefónica y lo invitó a visitar Washington a principios de febrero.
La víspera el gobernante sudamericano arribó a esta capital, en un periplo que debe extenderse hasta mañana.
En su estancia Lula programó también una reunión con el senador Bernie Sanders (independiente de Vermont), uno de los autores de la resolución en el Congreso para que el año pasado el resultado de la elección en Brasil fuera inmediatamente reconocido, lo cual fue visto como un acto en defensa de la democracia.
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