De esa cantidad última, según el comunicado de la entidad, 137 personas fueron arrestadas in fraganti dentro del Palacio del Planalto (sede del Poder Ejecutivo), y otras dos detenidas en la Explanada de los Ministerios con petardos, cuchillos, cartuchos de gas lacrimógeno y material para producir explosivos caseros de tipo cóctel Molotov.
Los 139 extremistas están acusados de delitos de asociación criminal armada, abolición violenta del Estado Democrático de Derecho, golpe de Estado y daño contra el patrimonio de la Unión.
Por su parte, del total general, 645 personas son consideradas incitadoras, es decir, participaron del acto o estaban acampadas frente al Cuartel General del Ejército, en Brasilia, pero no saquearon los edificios públicos de la plaza de los Tres Poderes.
Otras 189 son consideradas ejecutoras: practicaron invasión de predios, vandalismo y depredación.
El ponente del caso es el ministro Alexandre de Moraes, del Supremo Tribunal Federal (STF), quien decidirá si hay elementos para acoger la denuncia y abrir proceso contra los investigados.
Cuando se cumplió un mes de la embestida antidemocrática de adeptos radicales del derrotado mandatario Jair Bolsonaro, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva afirmó que la acción vandálica fue un intento de golpe en el país.
Manifestó no tener dudas de que estas fueron trazadas por el garante mayor de toda la incitación al odio, en alusión al exmilitar.
«Hoy no tengo duda de que eso (actos del 8 de enero) fue diseñado por el responsable mayor de toda predicación del odio, de la industria de mentiras, de noticias falsas, que ocurrió en ese país en los últimos cuatro años», indicó.
El fundador del Partido de los Trabajadores discursó e hizo referencia a la fecha, marcada en negro en la historia nacional, durante una reunión con líderes de partidos de la base aliada del Gobierno, en Planalto.
Llamó a no olvidar nunca «un intento de golpe que, posiblemente, podría haber sido organizado para el 1 (de enero) y no se cumplió a causa de la cantidad de gente en Brasilia», el día de la toma de posesión para su tercer mandato.
«Ellos (los terroristas) tomaron la decisión de hacer aquel vandalismo que ninguno de nosotros estábamos acostumbrados a ver en Brasil», remarcó.
Por la inmediata recuperación de la institucionalidad tras la rápida reacción del Gobierno y en especial de Lula, quien ordenó la intervención de la Seguridad Pública en el Distrito Federal, se pudo controlar la situación en más de cuatro horas.
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