Cada vez que es destruida, sus habitantes la vuelven a levantar con madera y cubiertas de nailon en desafío a los planes de desarraigo y desplazamiento de sus tierras, reportó el diario Al Quds.
Los medios palestinos denuncian que las autoridades de Tel Aviv hostigan a los ciudadanos árabes en el Néguev a través de campañas destinadas a confiscar tierras, arrasar cultivos agrícolas y demoler sus casas.
La aldea de Al Araqib acoge a 22 familias, que suman unas 800 personas, quienes se dedican a la ganadería y la agricultura.
En ese desierto viven unos 240 mil beduinos, casi la mitad de ellos en comunidades no reconocidas por las autoridades israelíes, que sistemáticamente derriban esos poblados.
Al no tener reconocimiento oficial, esas localidades carecen de servicios básicos como redes de electricidad y agua, carreteras, escuelas y centros de salud.
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