El espíritu gozoso resulta contagioso en un pueblo inmensamente musical y fértil para todas las pasiones.
Cada persona puede ir a la mascarada como le gusta. Tal vez disfrazada o con un careta. Resulta una oportunidad para proyectar lo que nunca harían: bailar y cantar en la calle, conversar con desconocidos o inventar una performance. Vale tudo (Vale todo).
En estos días, la fantasía reinará para desahogar frustraciones, amores perdidos, festejar con familias o amigos, y a veces funciona como instrumento de resistencia y cambio social.
Medios especializados aseguran que actualmente el sertanejo es el estilo de música más notorio en la mayoría de los estados (especialmente en Sao Paulo, Minas Gerais, Goiás, Paraná y Mato Grosso do Sul).
La samba sigue siendo muy popular en Río de Janeiro, donde se celebra la fiesta más icónica del gigante suramericano.
El clima carnavalesco ocupó la llamada Ciudad Maravilla desde inicios de mes, pero este viernes la juerga comienza oficialmente, bajo el mando del Rey Momo y su corte.
Por las calles, el colorido de los blocos (conjunto de personas que desfilan de forma semiorganizada, muchas veces vistiendo de forma uniformada y realizando una misma fantasía) da el tono de las próximas jornadas.
Al menos 21 de estas manifestaciones circularán por las ruas (arterias) de la ciudad a lo largo del viernes.
El desfile de las 12 escuelas de samba del llamado Grupo Especial, entre las 100 programadas para este año, es reverenciado como el mayor espectáculo del mundo al aire libre y el principal encanto del carnaval carioca.
Con carrozas figurativas, miles de integrantes y una enérgica batería de percusión, las academias tendrán unos 70 minutos para hechizar a los jurados y al público en la avenida Marqués de Sapucaí, el famoso Sambódromo (conjunto arquitectónico destinado a los desfiles).
Autoridades estiman que el público estimado que disfrutará del jolgorio en Río será de cinco millones de personas.
Según el Ministerio de Turismo, unos 46 millones lo harán en todo el país, incluyendo a turistas extranjeros. Se espera una recaudación de mil 558 millones de dólares.
Un estudio de la Asociación Brasileña de la Industria Hotelera muestra que la tasa de ocupación de camas en la red hotelera del país, durante el feriado de carnaval, deberá ser alta, especialmente en los estados con tradición de fiesta.
«Ya estamos alcanzando buenos índices, pero ellos tienden a aumentar hasta este viernes, pues el turista nacional deja para hacer las reservas en la última hora», afirmó el presidente de la entidad, Manoel Linhares.
En el Sudeste, en Río, está prevista una ocupación del 85 por ciento, con expectativa de alcanzar algo cercano al ciento por ciento durante los días de diversión.
Historiadores señalan que el carnaval fue traído a Brasil por los colonizadores portugueses entre los siglos XVI y XVII, exteriorizándose inicialmente a través del entrudo, una forma popular de saltar durante esas celebraciones.
Con el paso del tiempo, el festejo adquirió otras formas de manifestación, como el baile de máscaras. La aparición de las sociedades carnavalescas benefició a la reputación del carnaval entre los pobres, en su mayoría afrodescendientes.
A partir del siglo XX, su popularidad contribuyó al surgimiento de la samba, estilo musical muy influenciado por la cultura africana, y al desfile de sus escuelas, un evento que terminó siendo oficializado con el apoyo de los gobiernos.
Junto a las pomposas pasarelas en sámbodromos, se consolidó otro carnaval que lleva a millones de personas, que bailan a rienda suelta de particular manera, a las calles de todo el país.
Se suma a lo anterior que resulta un espectáculo, con negocios que se repiten cada año, alimentan y nutren a los grandes medios de comunicación y a las inversiones empresariales y del gobierno.
Además de ser el primer jolgorio sin limitaciones, muchos brasileños celebrarán este año la salida de la presidencia del político ultraderechista Jair Bolsonaro, derrotado en urnas por el líder progresista Luiz Inácio Lula da Silva en el sufragio de octubre.
Todos esperan el regreso del más grande festejo del pueblo brasileño, de los pobres, de los asalariados, de los desempleados; en definitiva, de los que, en esos días, transgreden las normas, toman las plazas y pueden, por fin, gritar sus penas, alegrías y deseos.
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