«En un momento en que la humanidad, con tantos desafíos, necesita la paz, la guerra entre Rusia y Ucrania cumple un año. Es urgente que un grupo de países, no involucrados en el conflicto, asuma la responsabilidad de conducir las negociaciones para restablecer la paz», reiteró Lula en su cuenta en la red social Twitter.
En enero, el exsindicalista confirmó la posición de neutralidad de Brasil en el enfrentamiento bélico y rechazó enviar municiones de tanque Leopard 1 a Ucrania, como demandan naciones europeas.
«Brasil no tiene interés pasar las municiones para que sean usadas en el contencioso entre Ucrania y Rusia. Brasil es un país de paz. Brasil no quiere tener cualquier participación, aunque sea indirecta», afirmó el fundador del Partido de los Trabajadores, quien se reunió en aquella ocasión con el canciller alemán, Olaf Scholz, en el palacio presidencial del Planalto.
Propuso a Scholz la creación de un mecanismo multilateral que pueda mediar un acuerdo de paz en el enfrentamiento bélico.
«Dije al canciller que, así como el G20 fue creado para superar la crisis económica de 2008, queremos crear un grupo de países que pueda discutir el fin de un conflicto entre Rusia y Ucrania. A nadie le interesa ese conflicto», señaló.
Reiteró la necesidad de establecer ese aparato «con fuerza suficiente para ser respetado en la mesa y sentarse a negociar con los dos (adversarios) porque nadie sabe cuándo esa guerra va a parar».
Comunicó que debatió tal iniciativa con su par francés, Emmanuel Macron, y también le propuso a su homólogo estadounidense, Joe Biden, la idea de reunir a un grupo de naciones capaz de negociar la paz entre Moscú y Kiev.
El 24 de febrero de 2022, Rusia lanzó la operación militar especial contra Ucrania en las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, reconocidas por el Kremlin, con el objetivo de defender a la población de Donbass.
Zona castigada desde 2014, sus habitantes no aceptaron entonces el derrocamiento de manera violenta del ejecutivo ucraniano elegido en democracia, el conocido Maidán, que se convirtió en la justificación perfecta para atacar a manifestaciones pacíficas y reprimir a quienes se opusieran a ese golpe de Estado.
Hace un año, el presidente ruso, Vladimir Putin, apuntó que, con la operación especial, Moscú pretendía «desmilitarizar Ucrania», instó a deponer las armas y advirtió sobre la posibilidad de una respuesta inmediata en caso de intentos de intervención externa.
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