Por el otro lado, los multimillonarios duplicaron su riqueza en los últimos 10 años, sin que la pandemia de la Covid-19 pusiera freno a ello, y el uno por ciento de la población más rica del orbe ganó 74 veces más que el 50 por ciento más pobre.
Las estadísticas, las primeras descritas por agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y las otras divulgadas en un informe reciente de la confederación internacional de ONG Oxfam, hablan de un planeta que parece sonreír siempre a los mismos: los privilegiados.
Entonces pasa que hay un día dedicado a la justicia social, sí, leyó bien, a la justicia social, que más bien resulta un pretextopara pensar dónde está, quién la tiene secuestrada, por qué, si es “justa”, no está al alcance de todos aquellos que la merecen.
Este 20 de febrero, la ONU reiteró por enésima ocasión el compromiso de promover sistemas económicos nacionales y mundiales basados en los principios de equidad, democracia, participación, transparencia, rendición de cuentas e inclusión.
Bajo el lema “Superar barreras y desbloquear oportunidades”, y centrada en Nuestra Agenda Común, informe presentado en 2021 por el secretario general de la ONU, António Guterres, la conmemoración buscó reforzar la solidaridad y restablecer la confianza en los Gobiernos a partir del diálogo con las distintas estructuras e instituciones.
Sin embargo, como reconoció el propio director general de la Organización Internacional del Trabajo, Gilbert Houngbo, en realidad una combinación tóxica de crisis interconectadas alimenta las tensiones sociales y amenaza con aumentarla pobreza, la desigualdad y la discriminación, que ya de por sí causan alarma.
Como afirmó Guterres, esos flagelos, unido a la violencia y exclusión, “están privando a millones de personas de su derecho a las cosas indispensables de la vida: salud, seguridad, vacunación, agua limpia para beber, un plato de comida o un lugar en un aula”.
Más allá de sus reiterados llamados para dar otro rumbo al presente, la ONU admite la creciente discordancia entre los compromisos internacionales asumidos y sus logros palpables de cara a las crisis acentuadas por la aceleración del cambio climático, tensiones geopolíticas y conflictos armados.
Mientras las esperanzas descansan casi en el espíritu filantrópico de los poderosos, un contrato social ahogado por el aumento de las discrepancias y el debilitamiento de las instituciones espera llegar al Día Mundial de la Justicia Social, con algo de eso.
(Tomado de Orbe)