Es el río Santa Lucía, en el occidental departamento de Sonsonate, donde técnicos del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) investigan muestras recogidas del caudal para valorar su calidad mediante el análisis de las características físicas, bacteriológicas y químicas.
Los expertos buscan determinar su edad, identificar las zonas prioritarias de recargay por qué surgenlos manantiales y luego queda seco. También tomaron muestras del nacimiento para evaluar la condición isotópica, es decir, la composición del agua.
El gran misterio por desentrañar es el por qué de las repentinas desapariciones y los motivos de este fenómeno. Por curiosidad y por quién sabe qué creencia, centenares de personas, salvadoreños y turistas, visitan el río que según los lugareños se ve cada siete años.
Ese número, por sus virtudes ocultas, tiende a realizar todas las cosas—dijo Hipócrates—. Es el dispensador de la vida, fuente de todas las transformaciones e influye en todos los seres sublimes. Incluso la Luna cambia de fase cada siete días.
Muchos de los que llegan al lugar para ver el fenómeno llevan recipientes para recoger el líquido vital, ya que aparece en la época seca. “Tiene un sabor parecido al agua de coco”, dijo un turista. Otros le atribuyen propiedades milagrosas y se lavan el rostro.
Ahora es un sitio de devoción católica, tradiciones locales y diversión. En eso se ha convertido el cauce del Santa Lucía, en Juayúa.
Marta Rodríguez, directora de la Casa de la Cultura, dijo que existe la creencia de que en allí fue hallada una imagen de la referida santa, que es la patrona del municipio. Por ese motivo se efectúan misas a la que asisten cientos de devotos, mientrasotros llevan flores que depositan en los surtidores por donde sale el agua.
(Tomado de Orbe)