Conciliado a principios de este mes después de casi 20 años de negociaciones, el convenio busca garantizar la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica marina de áreas fuera de la jurisdicción nacional de los países firmantes.
Estas partes tienen pocas salvaguardas significativas, si es que tienen alguna, contra la contaminación, la sobrepesca y la destrucción del hábitat, por lo que sin dudas es un gran logro.
Acordado en virtud de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, representa varias victorias: la capacidad de crear áreas marinas protegidas, el reconocimiento de los recursos genéticos de alta mar en beneficio de toda la humanidad y la planificación de actividades comerciales e intervenciones climáticas a partir evaluaciones de su impacto ambiental.
De acuerdo con Nature se permitirá a los países beneficiarse de la explotación de los recursos genéticos marinos, pero deberán canalizar una parte de sus beneficios a un fondo mundial para proteger al mar.
Asimismo, el tratado contiene oportunidades para la investigación en ciencias oceánicas en países de bajos y medianos ingresos, con el fin de mejorar la evidencia disponible para los tomadores de decisiones.
El Tratado de Alta Mar colocará al 30 por ciento de los océanos del mundo en áreas protegidas, destinará más dinero a la conservación marina y cubrirá el acceso y el uso de los recursos genéticos marinos.
Para el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ese convenio es crucial para abordar la triple crisis planetaria del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.
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