Tal confirmación afloró durante una plática que la ministra brasileña de Medio Ambiente, Marina Silva, tuvo con su par noruego, Espen Barth Eide, sobre este mecanismo, creado hace 15 años y costeado por Noruega y Alemania, el cual financia proyectos que apuntan a la preservación de la selva y el desarrollo sostenible de la región.
Fue paralizado durante el gobierno del derrotado mandatario Jair Bolsonaro que desestructuró órganos de control y supervisión en el área ambiental.
Después de asumir el poder el 1 de enero, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva prometió que reanudaría el uso del fondo y pidió más alianzas con la comunidad internacional.
«Tenemos 15 años de historia trabajando juntos (…) Queremos continuar por ese camino», afirmó a la prensa Barth Eide tras la cita con Silva.
Indicó que su país trabaja junto a la nueva administración, incluso desde antes de que entrara en funciones para viabilizar los recursos.
Silva reveló que el fondo cuenta con unos 576 millones de dólares para financiar proyectos aprobados y otros nuevos, con marcado interés en los pueblos indígenas y el combate a la deforestación.
Anteriormente, la ministra de Relaciones Exteriores de Francia, Catherine Colonna, afirmó el 8 de febrero que su gobierno reconoce la importancia de la Amazonia brasileña y estudia, así como la Unión Europea, formas de ayudar financieramente mediante el Fondo Amazónico.
«Me gustaría enfatizar la importancia que damos al Fondo Amazónico. Francia estudia la posibilidad de una contribución bilateral, así como la Unión Europea estudia la posibilidad de una contribución», señaló Colonna luego un encuentro con su homólogo brasileño, Mauro Vieira.
En la ocasión, Silva anunció que los recursos ayudarían a minimizar también la tragedia vivida por el pueblo indígena Yanomami, que enfrenta una grave crisis sanitaria y social.
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