El ayuno de treinta días constituye uno de los cinco pilares del Islam junto a la profesión de la fe, las oraciones diarias, la limosna y la peregrinación a la Meca (Hajj).
Gran parte de los libaneses arribarán a la fecha en ausencia de algunos tipos de comida y bebidas para la ocasión ante la incapacidad de asegurar todos los alimentos que necesita la familia como consecuencia del alza de los precios y la disminución del poder adquisitivo.
De acuerdo con testimonios compartidos a Prensa Latina, los ciudadanos ya no pueden disfrutar de una comida Iftar (rompimiento del ayuno), que incluye ricos aperitivos, platos de carne y pollo y dulces tradicionales.
Este año, muchos hogares reciben el santo mes sin la alegría de las decoraciones, en ausencia de los postres típicos de Ramadán y los recursos para preparar las mesas amplias de Iftar.
En este contexto, los libaneses intentarán conservar los rituales sociales y religiosos marcados por la paz, la familiaridad, la tolerancia y reconciliación.
Muchos esperan traer consigo notas de bondad, cooperación y cariño por satisfacer las necesidades de los menos afortunados y derramar lágrimas de alegría y sonrisas.
Los seguidores del Islam le atribuyen, además, otras virtudes porque desde el punto de vista sanitario, purifica el cuerpo; en el aspecto mental, fortalece la voluntad y en cuanto a la moral, hace sentir empatía con quienes sufren por la falta de alimentos.
A la luz del vacío de poder, algunos muestran optimismo en los llamados a la unidad y la solidaridad con el fin de alcanzar un avance en el plano político, en busca de elegir al próximo presidente de la República.
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