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Yugoslavia: Los 18 segundos que derribaron un mito (+Fotos)

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La Habana (Prensa Latina) Hace varios años conocí a un oficial retirado del otrora Ejército Popular Yugoslavo (JNA, siglas en serbio) y en esa ocasión supe por un amigo común de su proeza en los días iniciales de la agresión de la OTAN (marzo 1999).

Los quehaceres diarios del coronel (r) y los míos como corresponsal de Prensa Latina en Serbia demoraron nuestro nuevo encuentro que finalmente derivó en una entrevista publicada hace algún tiempo.

Sin embargo, su repetición se torna oportuna en ocasión del 24 aniversario de aquel hecho que elevó la moral, tanto de las fuerzas armadas como la de los pueblos de la entonces Yugoslavia, y de la cual surgió una ingeniosa consigna que sirvió de título a la entrevista que reproduzco en la víspera de ese acontecimiento:

“Disculpen, no sabíamos que era invisible”

No hay diferencias entre un hombre común y un héroe, sencillamente porque el héroe no es nada más- ni nada menos- que un hombre común que se crece y agiganta en complejas y excepcionales circunstancias.

El inquieto coronel (r) Zoltan Dani es ejemplo de ello. Detrás de los lentes, brillan sus claros ojos, con esa intensidad que emiten las personas observadoras, inquietas, con ansias de saber, de aprender y de emprender.

Es ésa una constante en su vida desde que nació, un 23 de julio de 1956, en Skorenovac, una aldea del Banat del sur a solo 50 kilómetros de Belgrado, Serbia, habitada mayoritariamente por nacionales húngaros del grupo étnico Székely, descendientes- se cree- de los primeros asentamientos de los hunos provenientes de Asia central.

Quien lo observa, o lo ve trabajar en la panadería que creó con sus propias manos, le será difícil imaginar que ese hombre de mediana estatura protagonizó- junto a un pequeño grupo de sus compañeros- una hazaña sin precedentes en la historia de los conflictos militares modernos, nada menos que contra la mayor potencia del planeta.

Su hora de trascender llegó en la noche del 27 de marzo de 1999, tres días después del inicio de los bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a lo que restaba de Yugoslavia, cuando como resultado de sus conocimientos de electrotecnia y su sólida determinación destruyó en el aire un F-117A Stealth, la joya imbatible de la fuerza aérea de Estados Unidos.

Hijo único de un matrimonio mixto- el padre de nacionalidad húngara y la madre rumana, ambos costureros-, mi entrevistado considera que su infancia, adolescencia y juventud fueron hermosas etapas de la vida de la época en el nuevo estado surgido tras la derrota del ocupante fascista alemán en 1945.

Los niños- relata con entusiasmo y cierta nostalgia- tenían acceso gratuito a la educación hasta los niveles más altos, había salud pública para todos los ciudadanos, quienes recibían vivienda de los centros donde trabajan, jornada laboral de ocho horas y derechos ahora impensables, como vacaciones sin costo en un sanatorio en el mar.

Entonces, ¿cómo llegó usted a la vida militar?, le pregunto.

“Escogí esa carrera porque en mi infancia pasaban por el poblado las tropas en maniobras y me fascinaba el porte de aquellos soldados, que los niños imitábamos marchando a su lado y con un pedazo de madera a modo de fusil.

“En 1975, ingresé en la Academia Técnico- Militar de Aviación en Rajlovac, Sarajevo, Bosnia y Herzegovina, en la especialidad de sistemas coheteriles de Defensa Antiaérea (DAA) entonces dotados de los equipos soviéticos Volkov, y terminé en 1978.

“En tres ocasiones pasé entrenamientos en la Unión Soviética y también participé allí en ejercicios de derribamiento en los cuales la dotación de mi país fue la mejor entre varios participantes”.

-Antes del cerco económico y la agresión militar de la OTAN, ¿tenían usted y sus subordinados la percepción de que se avecinaba un ataque de tamañas dimensiones?, indago.

“Desde 1981, después de la muerte del presidente (Josip Broz) Tito, se inició el diseño del plan para destruir Yugoslavia, pero las potencias occidentales sabían que desde el exterior nada podían hacer ante el poderío militar del país y apostaron a la implosión.

“Conocíamos que se invertían millones de dólares en eso, llegaban por distintas vías comerciales en paquetes de cinco kilogramos, para quebrar voluntades, comprar personas, crear una amplia red de las llamadas organizaciones no gubernamentales y también de partidos políticos, pues aparecieron más de mil 500.

“Aquel sistema socialista de bienestar que teníamos era un mal ejemplo para ese mundo del capital y aplicaron la vieja estrategia romana de Divide y vencerás, comenzó la fragmentación política y la crisis económica.

DUROS Y TENSOS AÑOS POSTERIORES

Dani relata su pasaje por Croacia, donde prestó servicio como jefe de una unidad de su especialidad hasta inicios de los 90 del pasado siglo, cuando comenzaba el conflicto interno en el país.

-Nos privaron de electricidad, agua y abastecimientos al tiempo que sus militares secesionistas nos ofrecían de todo para que desertáramos, pero logré con ellos una especie de tregua hasta llegada la orden de traslado hacia la zona de Banjaluka en 1992, rememora.

Enseguida fluyen detalles de recuerdos de la vuelta a casa, los nuevos estudios en 1994, entonces del sistema coheteril Neva, también soviético, mucho más moderno, y el curso de perfeccionamiento de Estado Mayor en 1997

Después, los entrenamientos en un simulador durante un mes, a todo vapor, las prácticas constantes para conseguir que, de las dos horas y media necesarias para poner las baterías en disposición de actuar, sus hombres lo redujeran a hora y media.

En esa plena forma, justo a las 15.00, hora local del 24 de marzo de 1999- primer día de los bombardeos de la OTAN- el entonces subcoronel y jefe de la Tercera División de la 250 Brigada Coheteril de la DAA, recibió del mando superior la orden de ponerse en estado de combate.

Hubo traslado de ubicación, instalación de una maqueta de la batería con todos sus detalles, enmascaramiento y régimen de silencio total hasta el 27 a las 20.00 que llega la orden de conectar el sistema, a las 20.15 todo estaba listo para el lanzamiento y a las 20:42 uno de los misiles alcanzó en pleno vuelo al hasta entonces invisible.

– ¿Qué significó ese instante para usted y sus subordinados? , le interrumpo.

“Fue una alegría inmensa, veíamos en el radar como iba perdiendo altura hasta caer cerca de la vecina aldea de Bujanovci, pero la sorpresa vino después, cuando un alto oficial del mando se personó para felicitarnos por haber derribado nada menos que un F- 117A, el invisible, el Halcón nocturno y ahí grité: ¡Bingo!

“La noticia se expandió como reguero de pólvora y el Ejército Yugoslavo elevó aún más la alta moral combativa existente ante la certeza de que se podía enfrentar y propinar golpes a ese poderoso adversario, que disponíamos de lo necesario para hacerlo porque nuestra técnica estaba prácticamente intacta.

“También fue un estímulo para la población que salió a las calles a celebrarlo y recorrió el mundo una sarcástica frase reproducida en improvisados carteles y dirigida a los agresores: Perdonen, no sabíamos que era invisible.

“Desconocíamos que habíamos alcanzado un aparato considerado imbatible, tanto que los estadounidenses no lo creían, especularon con la versión de que teníamos una técnica muy novedosa y desconocida, hasta hacerse público que había sido con radares y cohetes de los 60- 80, pero manejados por personal que los conocían a la perfección y, lo más importante, muy cohesionado”.

¿Y cómo fue posible la hazaña?, indago.

“El sistema consta de dos radares, de vigilancia y de objetivo. Percibimos en el primero a la aeronave, pero de manera muy imprecisa, dada la tecnología desarrollada para construirla.

“Entonces hice algo antirreglamentario. Cuando el avión entró en zona de abatimiento encendí el segundo en una frecuencia más corta para lograr una mejor definición. Según las normas eso no debe hacerse porque las radiaciones que emite son captadas por el radar del avión que, automáticamente, dispara cohetes para destruirlo.

“Teóricamente eso ocurre en 20 segundos. Pero cuando lo capté bien ordené disparar y apagué, el oficial operador oprimió el botón y el cohete lo alcanzó. ¡Transcurrieron solo 18 segundos…!”

LOS DÍAS DESPUÉS

Por la hazaña, el equipo recibió reconocimientos y en el curso de la agresión, que se extendió hasta el 10 de junio, derribó también un F-16 y hay certeza de haber alcanzado un bombardero estratégico B-2 Spirit, aunque no pudieron acceder al lugar donde cayó, un sitio de Croacia cercano a la frontera, pero los indicios están disponibles.

Con el Acuerdo de Kumanovo, concluido el 9 de junio, se estableció la retirada del ejército y la policía yugoslavos de la provincia de Kosovo, el despliegue de una fuerza multinacional de la OTAN, y la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU al día siguiente.

El cese de las hostilidades, propició la rápida presencia militar occidental en esa provincia y el proceso que condujo a la expulsión de los serbios, primero y la independencia unilateral de 2008 después, status quo que se mantiene y continúa el litigio, como herida abierta.

Nuestro héroe, el coronel Zoltan Dani, siguió su vida militar hasta 2004.

Sus vastos conocimientos de electrotecnia que le posibilitaron hacer la mínima corrección en el radar para lograr el derribo del F-117 A no condujeron a una condecoración, pero el desacato cometido al realizar la modificación en el radar, tampoco derivó en sanción, aunque fue relegado a la logística, donde no ejercía mando alguno.

En diciembre de 1993 falleció su padre, que separado de la esposa había ido a parar a Malmö, Suecia, para juntarse con familiares. Para ir a los funerales, a inicios de enero de 1994, le dieron un mes de licencia y allá partió.

La situación en Serbia estaba tan deprimida, que su salario de un mes equivalía a unos tres- cuatro marcos alemanes (más o menos un dólar) y tuvo que empeñarse para comprar el boleto de avión.

Allá trabajó en una panadería de sus parientes, le tomó el gusto al oficio, obtuvo en un mes dinero suficiente para retornar, pagar deudas y abrir una propia en su aldea natal para sostener a su esposa y tres hijos, dos hombres y una mujer.

Su economía no le permitía comprar una máquina amasadora, que costaba miles de dólares, pero su espíritu creativo se puso en funciones, adquirió una vieja concretera y con ella, partes de un auto Zastava 101 y alguna chatarra más se construyó una que aún funciona a la perfección.

Aquí vive feliz con lo que hace, es copropietario de una pequeña empresa de informática, sigue dorando panes y dulces y tiene un museo personal, con un gran trozo del “invisible” y del F-16 derribados, varias de sus piezas y componentes, diplomas y reconocimientos de varias instituciones nacionales y extranjeras.

FINAL

Cuando su verdadero nombre se hizo público- usaba un seudónimo militar- esa epopeya despertó interés y se filmaron dos documentales.

En ellos se muestra en toda su magnitud al hombre, sus acciones y vicisitudes, el encuentro 12 años después con el piloto del avión que derribó, el teniente coronel (r) Dale Zelko, primero en videoconferencia, después en persona, cuando intercambiaron visitas.

– ¿Cómo se llegó a esas realizaciones?, le pregunto.

“Yo era reacio a eso, no quería nada con quien había venido a destruir y matar mujeres, niños y ancianos inocentes, pero mi hijo y el cineasta Zeljko Mirkovic me convencieron de que podía ser útil para el país, que los medios occidentales describían como tierra de salvajes, y de esa manera desenmascarar las mentiras tantas veces repetidas. Y así ocurrió”.

Poco antes de despedirnos, me cuenta que Zelko, nada más llegar a Belgrado para el primer encuentro- después Dani y familia lo visitaron en Estados Unidos-, confesó haber sido engañado en cuanto a los objetivos de las misiones de bombardeo y expresó su arrepentimiento ante el sonriente coronel que lo derribó.

rmh/rmh

*Editor, excorresponsal de Prensa Latina en Yugoslavia (1974-1977 y en Serbia (2016- 2021)

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