Uno de los más recientes episodios ocurrió luego de que el museo Mauritshuis, en La Haya, Países Bajos, decidiera exponer un cuadro realizado mediante la IA para recrear el célebre lienzo La joven de la perla (1665), del reconocido artista Vermeer.
La institución, que prestó el original al Museo Nacional de Ámsterdam (Rijksmuseum) para formar parte de una exposición retrospectiva dedicada al holandés –uno de los principales exponentes del Barroco-, decidió cubrir el espacio vacante apelando a un curioso concurso.
Con el título “Mi joven de la perla”, la convocatoria exhortó a creadores a dar vida a versiones propias del cuadro original, y recibieron casi tres mil 500 respuestas de personas participantes, desde los tres hasta los 94 años de edad; para las recreaciones fueron empleados los más inverosímiles materiales como crayolas, lana y mazorcas de maíz.
Las autoridades del centro cultural seleccionaron cinco obras ganadoras para ser exhibidas en la sala, entre ellas la realizada por el creador digital Julian van Dieken, basado en Berlín.
El joven empleó la herramienta de la IA denominada Midjourney, capaz de generar imágenes complejas a partir del procesamiento de millones de efigies procedentes de Internet y de Photoshop.
El escándalo no tardó en llegar. Las reacciones se multiplicaron por minutos y las redes sociales se llenaron de calificativos como “horrible”, “vergonzoso” o “un insulto increíble”.
Iris Compiet, artista holandesa, opinó en su cuenta de Instagram que “viniendo de un museo, es una verdadera bofetada”, y argumentó que este tipo de herramientas de la IA viola el derecho de autor al emplear sus obras como insumo para generar imágenes.
Presionado por las circunstancias, el encargado de prensa del museo, Boris de Munnick, alegó que nunca habían querido generar polémica y consideró que el Mauritshuis no es la institución adecuada para sostener el debate de si la IA tiene o no cabida en un museo. “Pensamos que era una bella imagen”, comentó acerca de la decisión de exponer el cuadro.
En otro orden, la especialista del Gremio Europeo para la Regulación de la Inteligencia Artificia, Eva Toorenent, expresó que tal suceso pone en evidencia la necesidad de regular el uso de la IA en el arte y la cuestión del derecho de autor, porque “sin el trabajo de los expertos humanos esos programas nunca generarían obras”.
Podría decirse que hablamos de “una raya más para el tigre” en lo concerniente a la IA, ese avance tecnológico que busca acercarse, competir o incluso superar a la inteligencia humana para el desempeño eficaz de un amplísimo número de tareas.
Sus ventajas son evidentes, por supuesto; pero también la incertidumbre sobre sus posibles alcances. Por eso a nivel internacional crece el llamado a un debate serio y fundamentado sobre la necesidad de regular y poner límites a la IA en sus diversos campos de aplicación, teniendo como faro la ética.
Mientras tanto, la recreación realizada por Julian van Dieken seguirá en el Mauritshuis provocando la admiración de unos y el insulto de otros, hasta que regrese a casa el original de La joven de la perla, obra sencilla pero de fuerte carga expresiva que le ha valido el calificativo de Mona Lisa holandesa.
(Tomado de 4ta Pared, suplemento cultural de Orbe)