Ubicada en la ciudad que precisamente se nombra Santiago de Cuba, perteneció al explorador español Diego Velázquez y tiene un entorno maravilloso cargado de música local, y un colorido que la complementa con creces.
Se trata en particular del centro histórico de la urbe, en un costado del Parque Céspedes, una plaza abierta en la parte alta de las terrazas marinas sobre las que se fundó en 1515 la villa, delimitada por el este con la Catedral Metropolitana, por el norte con los hermosos edificios del Hotel Casa Granda y el Club San Carlos, por el oeste con el Palacio de Gobierno.
Y en la parte sur del Parque o Plaza, la casa de Diego Velázquez de Cuellar, edificación del siglo XVI, considerada la más antigua casa de vivienda que se conserva hoy en la isla y América.
Allí concurre la influencia mudéjar en su arquitectura, fácilmente distinguible desde el exterior por esa hermética construcción de sillería donde se abren ventanales con entramados de celosías.
El propietario de dicha vivienda hasta su muerte en 1524, fue un bizarro conquistador que llegó a América en 1493, en el segundo viaje que hiciera Cristóbal Colón.
Cuando pasó a ser Museo Histórico de Ambiente Cubano, se dotó al lugar con diverso mobiliario perteneciente a la época colonial y se sumó, como parte del museo, una vivienda aledaña del siglo XIX que también posee notables valores arquitectónicos.
En el inmueble, repiten los guías, vivió y murió Diego Velázquez, primer Gobernador de Cuba y fundador de las siete primeras villas en el país (Baracoa, Santiago de Cuba, Trinidad, Sancti Spíritus, Puerto Príncipe, La Habana y San Juan de los Remedios).
La mansión está ubicada al oeste del parque Carlos Manuel de Céspedes- Padre de La Patria-, (Plaza de Armas durante la colonia), entre las calles Aguilera y Santo Tomás, en la ciudad.
El inmueble se levantó de 1516 a 1530 donde funcionó la Casa de Gobernación y de vivienda de Velázquez, y en la planta baja la Casa de Contratación y de fundición de oro de la Corona española.
La antiquísima casa fue construida con muros exteriores con sillares, bloques de piedra labrados, y, en sus interiores, horcones de madera insertados a las paredes. En estas últimas se utilizó la técnica conocida como verdugada de ladrillos, de origen árabe y más resistente, así el mampuesto sirvió para su revestimiento.
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