Por José Bodes Gómez
Periodista y escritor, estuvo entre los fundadores de Prensa Latina
La historia que nos revela el “Gabo”, así lo llamamos sus lectores, comienza una noche, más bien una madrugada, en la oficina de Jorge Ricardo Masetti, el director general de la agencia latinoamericana de noticias Prensa Latina, en pleno corazón del Vedado habanero.
Jorge Ricardo Masetti, el escritor guatemalteco Miguel Angel Asturias, Rodolfo Walsh argentino jefe de servicios especiales en actividades periodisticas en la agencia de Prensa Latina.
Allí se encontraba instalada una sala especial de teletipos, sólo para captar y después analizar en junta de redacción el material diario de los servicios cablegráficos del mundo entero.
En una de esas sesiones de “espionaje” periodístico, llamémoslo así, se encontró un texto que no era de noticias, provenía del tráfico comercial de la empresa Tropical Cable, filial de la All-American Cable en Guatemala, y estaba redactado en una clave secreta.
Aquel hallazgo significó un verdadero reto para Rodolfo Walsh -fundador al igual que García Márquez de Prensa Latina-, jefe del departamento de servicios especiales, quien no perdió la oportunidad de poner a prueba sus incipientes conocimientos sobre el descifrado de textos.
Auxiliado por un manual de esta materia, recién adquirido en una librería de viejo en La Habana, trabajó durante varios días hasta descubrir el secreto de aquella transmisión.
Para asombro de todos los presentes, el cable lo había enviado un funcionario de la Embajada de Estados Unidos en Guatemala a la dirección de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en el estado de Virginia.
Se trataba de un informe detallado sobre los preparativos para atacar a Cuba mediante una invasión de exiliados “anticastristas”, y con este hallazgo se convirtió en el documento más comprometedor para Estados Unidos respecto a que la fuerza mercenaria que desembarcó en bahía de Cochinos, el 17 de abril de 1961, cumplía un plan intervencionista de Washington.
El secreto descifrado por Walsh fue manejado con absoluta discreción durante aquellos años e incluso quienes trabajábamos en Prensa Latina conocimos de su existencia solo años después, cuando García Márquez lo hizo público en una crónica titulada “El periodista que se adelantó a la CIA”, la cual vio la luz en agosto de 1977, en la revista colombiana Alternativa.
La fecha escogida para la publicación representó asimismo un singular tributo a la memoria de Walsh, quien en marzo de aquel año había perecido en desigual combate con las fuerzas armadas de la dictadura militar argentina.
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