La policía reportó que anoche fue baleado Mohammed Abu Huwash durante una pelea en el poblado beduino de Rahat, ubicado en el sur del país.
Horas antes, un hombre de 39 también falleció durante un tiroteo en la norteña ciudad de Haifa.
Según la organización no gubernamental, de los 48 miembros de la comunidad asesinados en lo que va de año, 46 murieron por disparos.
Los descendientes de los palestinos que no fueron expulsados de sus tierras tras la creación del Estado judío, en 1948, denuncian desde entonces que son tratados como ciudadanos de segunda.
En la actualidad ellos suman 1,9 millones de personas, casi un 21 por ciento del total de la población de este país.
Esa minoría experimentó un aumento de la violencia en los últimos años, impulsada principalmente por el crimen organizado, en medio de críticas a la pasividad de la policía para enfrentar el problema.
Las altas tasas de desempleo, la pobreza y otros factores sociales son también causas del flagelo, de acuerdo con varios estudios.
Una encuesta realizada en marzo del pasado año reveló que el 94 por ciento de los árabes que viven en Israel sufrieron en alguna ocasión el racismo y la discriminación de la mayoría hebrea.
Según la investigación del Centro para la Religión, la Nación y el Estado, el 69 por ciento dijo ser objeto de racismo y discriminación en lugares públicos, mientras el 41 por ciento lo fue en instituciones académicas.
La ONG Sikkuy asegura que una de las principales razones de las diferencias entre los ciudadanos árabes y judíos es la asignación desigual de los recursos estatales.
Sikkuy resaltó en su reporte anual 2020 que un 14,5 por ciento de las familias judías vive por debajo del umbral de la pobreza, mientras que entre las árabes el flagelo alcanza al 45,3 por ciento.
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