El evento protocolar, que tiene lugar todos los años, tiene como objetivo potenciar los logros del Ejército. Además de homenajes, en la jornada hubo demostraciones y desfiles.
Según el portal Metrópoles, la presencia de Lula tradujo la voluntad del gobierno de acercarse a los militares, pese a la inestabilidad atravesada en la relación del exsindicalista con las Fuerzas Armadas.
El 8 de enero también intensificó tal nexo, pues el Cuartel General fue el lugar elegido por los partidarios del derrotado mandatario Jair Bolsonaro para instalarse durante meses, demandar intervención militar y rechazar la llegada al poder del extornero mecánico.
Desde ese reducto castrense partieron en esa fecha los adeptos extremistas de Bolsonaro que atacaron y saquearon las sedes del Congreso Nacional, el Supremo Tribunal Federal y el Palacio del Planalto, baluarte del Poder Ejecutivo en Brasilia.
Como único orador en la ceremonia, el comandante del Ejército, general Tomas Ribeiro Paiva, aludió al papel institucional de esa fuerza, que le «debe respeto a la población, a las instituciones y, sobre todo, a la Constitución».
Señaló que el Ejército es una institución de Estado, apolítica e imparcial, cuya misión es «la defensa de la patria, la independencia, la república y la democracia».
La víspera, el excomandante de las Rondas Ostensivas Tácticas Metropolitanas, coronel Benito Franco, fue detenido por la Policía Federal en Goiânia, capital del estado de Goiás, que dista a 209 kilómetros de esta capital.
El arresto tuvo lugar durante la operación Lesa Patria, la cual tiene como finalidad identificar a personas que participaron, financiaron, omitieron o fomentaron los actos golpistas del 8 de enero.
Por la malograda tentativa fueron detenidas dos mil 151 personas, entre ellas más de 30 uniformados.
Unos 300 implicados permanecen en prisión y el resto excarcelado responderá en libertad a las imputaciones, pero bajo medidas preventivas.
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