Por Teyuné Díaz Díaz
Jefa de la Redacción Economía de Prensa Latina
En conversación con Prensa Latina, la también Doctora en Ciencias Económicas explicó que para afrontar ese escenario no siempre existen las herramientas apropiadas y ante ello a la Unión Europea (UE) le urge o adaptarse a los nuevos cambios, fortalecerse.
Las fuentes de crecimiento económico global cambiaron, profundizó. “Hoy la transformación digital es el nuevo motor de expansión, en el entendido que la Cuarta Revolución Industrial tecnológica se basa en la automatización, inteligencia artificial o plataformas digitales, y con ella existe un cuestionamiento del modelo productivo existente y de la división internacional del trabajo”.
En el actual escenario mundial, reflexionó, se observa que el peso económico y el poder político se desplazan hacia el continente asiático liderados por China -y otras potencias regionales-, y retornan al lugar ocupado en la economía global hasta el siglo XVIII, y en ese proceso ocurre una reducción de las brechas entre los países industrializados y los emergentes.
Aunque en las décadas de 1960 y 1970 Europa poseía un gran desarrollo, sobre todo en el sector manufacturero, en la actualidad en la industria digital no es igual, en parte porque carece de un número significativo de empresas; por ejemplo, entre las 10 primeras compañías relevantes a nivel internacional en la esfera, ninguna es europea.
Entonces el papel de la UE -con 27 países miembros- frente a la competencia económica y tecnológica entre los Estados Unidos y China es más de consumidor que de productor de tecnología, precisó la experta.
Pero el problema es más complejo, amplió James, pues a lo interno del bloque existen divergencias en cuanto al proceso de digitalización, con empresas en este campo sin significativa influencia global y las más prometedoras -a menudo- son adquiridas por grandes competidores extranjeros.
A ello se suma la multiplicidad de enfoques y posiciones en el bloque comunitario sobre asuntos regulatorios, ya sea en cuanto a contenidos o competencias por los empleos de alta tecnología, cuestiones que colocan al Viejo Continente en desventaja en la lid por la soberanía digital frente a actores políticos más cohesionados como los mencionados China y Estados Unidos.
No existe una posición europea o incluso una en que la mayoría de los Estados miembros estén de acuerdo. La entidad comunitaria es un gran mosaico cuando se trata de aprobar decisiones institucionales y que deberían defender el proceso de integración de la UE a los nuevos patrones de crecimiento mundial, precisó.
Ello no significa que no esté integrada, esclareció, sino que teniendo en cuenta su capacidad específica económica debía tener una mayor participación en esas redes tecnológicas.
Significativa también es la brecha digital existente con Estados Unidos, pues las empresas europeas implementan tecnologías de internet de las cosas con menos frecuencia, poca participación de las pequeñas y medianas empresas en ese proceso de digitalización, y para colmo el 60 por ciento de las microempresas aún no asume esos procesos.
Es así, dijo, como paso a paso la UE cede espacios en la economía mundial a Estados Unidos y China, reiteró y ejemplificó que la participación europea en las cadenas globales de valor (CGV) es relativamente inferior a la de esos países.
La Covid-19 y la manera de enfrentarla, en sus inicios, fue un reflejo de la alta dependencia de insumos de contenido tecnológico importado, entre los que se encuentran productos farmacéuticos y equipos médicos de precisión.
El ente comunitario frente a sus competidores -Estados Unidos, Japón, China y Corea del Sur-, perdió posiciones relativas, cuyo ejemplo más notorio es el retraso en el ámbito de la digitalización.
CAPACIDAD DE INFLUENCIA DE LA UE
El conflicto en Ucrania visibilizó un conjunto de debilidades en la integración europea, entre ellas, las elevadas vulnerabilidades en materia de geopolítica, de seguridad, climáticas y la limitada capacidad de crecimiento económico, enumeró.
La alta dependencia de combustibles fósiles importados de Rusia colocó a la UE en una débil posición geopolítica, pues el gigante euroasiático suministraba el 40 por ciento del gas natural a los países del bloque y el 27 por ciento del petróleo.
Sobre las cuestiones de seguridad, la experta opinó que la UE se convertirá en un actor internacional menos autónomo tras las garantías de seguridad ofrecidas por Estados Unidos, asunto que coloca a la comunidad europea en una situación de dependencia de esa política.
Las armas empleadas en el conflicto proceden de los Estados Unidos y de otras potencias de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) porque el Viejo Continente carece de una política de seguridad y defensa común, ejemplificó James.
No obstante, en otro orden se aprecia una mejor organización de las relaciones continentales como pueden ser la reducción de las divisiones intracomunitarias en materia de migración y energía, y una mayor solidaridad fiscal, aunque no exentas de desafíos.
Aunque, objetó James, existen complejidades asociadas a importantes límites en la capacidad de crecimiento, retrasos en la transformación digital -motor de expansión-, presiones fiscales adicionales originadas por el conflicto ruso-ucraniano, graves problemas de déficit y deuda pública, aumento de los precios y devaluación del euro.
En datos, la deuda pública de la Eurozona se ubica en el 95,6 por ciento del PIB y el 87,8 del bloque comunitario. Los casos de Grecia (189,3), Italia (152,6), Portugal (127) y España (117,7) son aun más severos.
Por otra parte, en la UE se aprecia una reconfiguración regional de la globalización con el incremento de tendencias nacionalistas, como fueron las crisis económicas de 2009 y de los refugiados, el Brexit (salida del Reino Unido de la Unión Europea) y la pandemia.
Acerca de los compromisos con el multilateralismo, James refirió que se realizan de manera sectorial con debates en 2023 sobre el uso de la política de la competencia, el marco de ayudas de Estado y su política comercial para evitar estar en desventaja competitiva ante otros actores globales.
Otra de las modalidades puede ser el acoplamiento estratégico o de geometría variable con China y otros polos emergentes globales. La integración seguirá, pero en sectores específicos en los cuales la conectividad o la necesidad mutua es vital para el desarrollo de los actores, aseveró la experta.
En cambio, surgirá el desacoplamiento en áreas estratégicas de la confrontación geopolítica, la seguridad y la defensa, entre otros, alertó.
Sobre la participación europea en las CGV, la experta especificó que el bajo grado de penetración de su sector electrónico en las exportaciones chinas, visibiliza el menor liderazgo europeo en una rama altamente competitiva y con algunas de las cadenas de suministro más integradas a nivel internacional.
DESAFÍOS ACTUALES
Uno de los principales retos de la UE, aseveró, es la construcción de una unión sanitaria a fin de garantizar iguales estándares de atención y bienestar para todos con trascendencia hacia las persistentes diferencias territoriales.
Otros elementos consisten en avanzar en la producción de energías limpias, crear una integración de redes y proyectos de inversión para elevar las capacidades energéticas con fuentes renovables y la necesidad de ofrecer una respuesta estructural a la gestión de los flujos migratorios.
Ante ese complejo panorama económico, los países del bloque comunitario deberán decidir si fortalecerse en materia tecnológica o adaptarse.
El primer caso requiere muchos costos y cambios, dijo y opinó que en un principio deberán adaptarse, cooperar con otros países punteros que definen el crecimiento económico y el desarrollo a nivel mundial.
Algo así como me adapto según mis conveniencias y sectores, y después me blindo, pero en este momento les urge avanzar, concluyó.
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