Jefe de la Redacción Cultural de Prensa Latina
Historiadores de cine explican que tanto ese filme como 2001: Una odisea del espacio (1968), Terminator 2 (1991), Titanic (1997) y más cerca en el tiempo Prometheus (2012) tienen en común la huella de ese cineasta soviético (1910-1999) que el mismo Lucas consideró el inspirador de su primera obra famosa como escritor y realizador.
Según la agencia de noticias Sputnik, todavía hoy en la industria cinematográfica rusa circula la leyenda de que en su primera visita a Moscú, el también productor estadounidense pidió a los funcionarios del país una reunión con Klushántsev.
Cuando le preguntaron quién era, Lucas respondió: «El padrino de La guerra de las galaxias». Sin embargo, desgraciadamente, el norteamericano no pudo conocer a ese genio del cine, inventor de numerosos métodos de producción y efectos especiales que aún se usan en la industria del séptimo arte.
TRAS LA HUELLA DEL SOVIÉTICO
Inolvidable el final de la segunda parte de Terminator, secuencia triste en que el androide (Arnold Schwarzenegger) se hunde lentamente en el metal fundido, algo que sucedió antes, de igual forma, en la película soviética Planeta de las tormentas (1962), de Klushántsev, aunque el robot desaparece en lava hirviendo.
Esa cinta soviética, comprada por 28 países, y Camino a las estrellas (1957), las estimaron innovadoras para su época. En Estados Unidos fueron adaptadas para el público nacional y Planeta de las tormentas se convirtió en Viaje al planeta prehistórico (1965), una coproducción protagonizada por actores estadounidenses y soviéticos.
Una secuela, Viaje al planeta de las mujeres prehistóricas, le siguió tres años más tarde, también con actores de ambos países, donde astronautas que aterrizan en Venus en busca de una expedición pérdida se encuentran con un clan de féminas que parecen salidas de la Edad de Piedra.
Camino a las estrellas evidenció el realismo documental que logró imprimirle el cineasta soviético a sus obras, en las que cada detalle se acercaba lo más posible a la realidad para que el público creyera en la certeza de la historia.
Tan es así que en ese largometraje se aprecia un cielo nocturno lo más real posible, con los astros en sus posiciones correctas, efecto que logró con un tablero de siete metros y lámparas de brillo variable colocadas de acuerdo con un mapa estelar.
Aunque en más de una ocasión careció de fondos para sus proyectos, Klushántsev desplegó una gran inventiva para narrar lo inimaginable en la gran pantalla con muy pocos recursos, al punto que realizó la primera escena antigravitatoria de la historia del cine con solo una cuerda de acero y una cámara.
TALENTO A LA VISTA DE HOLLYWOOD
Tras jubilarse en 1972, el genio ruso recibió en su pequeño apartamento de la ciudad de Leningrado (actual San Petersburgo) una carta del director de cine estadounidense Robert Skotak, quien le contó que estaba escribiendo un libro sobre la historia de los efectos visuales y requería hacerle unas 50 preguntas luego de ver sus películas.
Entonces Klushántsev escribía libros para niños y respondió con gusto a Skotak, a quien finalmente conoció en 1992. Acerca de la entrevista, más tarde explicó que “los americanos, con sus carísimos equipos de rodaje y estudios, no podían entender las cosas que hacíamos con unos pocos cables y cuerdas”.
Skotak decía que en Estados Unidos tienen equipos caros, pero poca gente creativa, y en este aspecto mi padre destacaba”, declaró a la prensa su hija Zhanna, quien aseguró que su padre nunca exigió remuneración alguna cuando sus innovaciones se utilizaron en el extranjero y tampoco recibió nada de Hollywood.
Cuentan que el inventor soviético dio a Skotak de manera gratuita descripciones, fotos y planos de 100 de sus creaciones y algunas de ellas, por ejemplo, en el rodaje de Titanic, de James Cameron, ganadora del Óscar en 1997 a los mejores efectos especiales.
El rastro de su obra se puede hallar también en la similitud entre los trajes espaciales de los astronautas de la cinta estadounidense Prometheus, de Ridley Scott, y en los de los cosmonautas de la soviética Planeta de tormentas, estrenada en 1961.
En 1968, 2001: una odisea del espacio, de Stanley Kubrick, fue calificada como la mejor película de ciencia ficción de la historia de Hollywood por el American Film Institute. Por su parte, el laureado realizador dijo que se lanzó en ese proyecto después de ver la película soviética El camino de las estrellas (1957).
Investigadores del séptimo arte dicen que James Cameron extrajo la idea de su filme Terminator del cortometraje Yablochko, rodado por el soviético a finales de los años 40, que hoy podría ser considerado un clip, donde un marinero baila sobre las teclas de un piano de cola mientras poco a poco se va convirtiendo en un esqueleto.
Los especialistas refieren que Klushántsev creó más de 300 inventos y tecnologías para el cine, entre ellos las técnicas para combinar la animación con la acción real, además de su original método de rodaje luminiscente.
Su filmografía incluye Siete barreras (1935), Luces polares (1946), Meteoritos (1947), El universo (1951), El misterio de la materia (1956), El camino de las estrellas (1957), Planeta de las tormentas (1961), La Luna (1965), ¡Veo la Tierra! (1970), sin contar sus más de 100 cintas de divulgación científica.
Considerado un hombre muy modesto hasta su muerte, ocurrida el 27 de abril de 1999, la página web del cineasta cuenta cómo “un día, en el metro, se me acercó un desconocido y me dijo: ‘¿Fue usted quien rodó Planeta de las tormentas?’. Y me dio las gracias por la maravillosa película. ¡Así que he estado caminando feliz durante días!”.
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