El convite ofrecido a Lula y a la primera dama, Janja da Silva, estaba previsto en la residencia oficial de Arabia Saudita en esta capital.
De acuerdo con la asesoría del gobernante, el cambio afloró porque Lula, de 77 años, tuvo una intensa agenda en los últimos días en Europa y podría estar afectado por el cansancio.
El jefe de Estado llegó el martes a Roma, estuvo en el Vaticano con el papa Francisco y permaneció dos días en París, donde este viernes intervino en la cumbre por un nuevo pacto financiero y fue recibido por su par francés, Emmanuel Macron.
Al discursar en el foro, calificó de amenaza las demandas de la Unión Europea para finalizar el acuerdo con el Mercado Común del Sur (Mercosur).
En tal sentido aludió a dispositivos que prevén sanciones, consideradas duras por el Gobierno brasileño, en caso de incumplimiento de obligaciones por parte de los países participantes.
«Me muero por llegar a un acuerdo con la Unión Europea. Pero no es posible, la carta adicional hecha por la Unión Europea no permite que se haga un acuerdo. Haremos la respuesta, y le enviaremos la respuesta, pero necesitamos empezar a discutir», señaló.
Insistió en que «no es posible que nosotros tengamos una asociación estratégica, y haya una carta adicional que haga amenaza a un socio estratégico».
Durante un almuerzo de una hora y media con Macron en el Palacio del Elíseo, el exsindicalista volvió a referirse al pacto comercial, habló del intercambio cultural y otros asuntos internacionales como el conflicto entre Rusia y Ucrania, y el cambio climático.
Antes de regresar a Brasil aparecían en la agenda de Lula, reuniones con el líder del movimiento Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, y el presidente de la República del Congo, Denis Sassou-Nguesso.
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