“¿Para quién es la transición ecológica?”, preguntó en más de una ocasión en el evento UE-Latinoamérica y el Caribe, socios por el cambio, la joven brasileña Txai Suruí, una reconocida defensora de la Amazonía y de los derechos de los pueblos indígenas.
Sus palabras en el panel Transición verde y social justa en América Latina, el Caribe y la UE fueron contundentes, con un llamado a dejar atrás el discurso paternalista y excluyente de los grandes contaminadores y la inacción climática.
Txai exigió que los originarios tengan voz en los diversos mecanismos y se sienten en la mesa de negociaciones.
Somos el cinco por ciento de la población mundial, sin embargo, protegemos el 30 por ciento de la biodiversidad, dijo la activista, quien denunció el peligro de muerte que corren las personas que defienden esta causa.
Es preciso garantizar que sigamos vivos, advirtió en una emotiva intervención en la Maison de la Poste, donde recordó que los pueblos indígenas han cuidado el planeta durante miles de años.
En la segunda jornada del foro instalado ayer con el protagonismo de los jóvenes, la sociedad civil y los gobiernos locales, también demandó una transición ecológica justa la mexicana Sandra Guzmán, fundadora y coordinadora del Grupo de Financiamiento Climático para Latinoamérica y el Caribe (Gflac).
La ecofeminista y activista climática insistió en que la colaboración UE-Latinoamérica debe reconocer las diferencias y las necesidades de las partes a ambos lados del Atlántico para que sea exitosa.
Al respecto, instó a impulsar proyectos de transición ecológica enfocados en el bienestar humano, la generación de empleo a largo plazo y la reducción de la pobreza.
La cohesión social, la lucha contra las desigualdades y la transformación digital también forman parte de la jornada de hoy en el foro promovido como antesala de la III Cumbre entre la UE y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que sesionará en Bruselas el 17 y el 18 de julio.
Si bien el encuentro de la sociedad civil desató críticas por la manera poco transparente de los organizadores europeos de definir los participantes, los panelistas y los temas, el espacio permitió escuchar a voces del Sur que exigieron una relación respetuosa y de iguales.
En ese sentido, se escucharon aquí denuncias del pretendido enfoque con criterios europeístas de los vínculos birregionales de cara a los grandes desafíos de la humanidad y condenas a las medidas coercitivas unilaterales que sufren algunos países latinoamericanos.
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