Estas apuntan a reducir el riesgo de aumento de peso no saludable y enfermedades no transmisibles relacionadas con la dieta, como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.
La OMS reafirma que los adultos deben limitar la ingesta total de grasas al 30 por ciento de la ingesta total de energía o menos.
Menciona que las grasas consumidas por los mayores de dos años de edad deben ser principalmente ácidos grasos insaturados, con no más del 10 por ciento de la ingesta total de energía proveniente de ácidos grasos saturados y no más del uno por ciento de la ingesta total de energía de ácidos grasos trans.
Los ácidos grasos saturados se pueden encontrar en la carne grasosa, productos lácteos y las grasas y aceites duros como la mantequilla, manteca de cerdo, aceite de palma y de coco.
Por su parte los ácidos grasos trans se hallan en los alimentos horneados y fritos, los refrigerios preenvasados y la carne y productos lácteos de animales rumiantes, como vacas u ovejas.
Estos pueden ser reemplazados por otros nutrientes, como ácidos grasos poliinsaturados, ácidos grasos monoinsaturados de origen vegetal o carbohidratos de alimentos que contienen fibra dietética natural, como cereales integrales, verduras, frutas y legumbres.
La OMS recomienda que los adultos consuman al menos 400 gramos (g) de verduras y frutas, y 25 g de fibra dietética natural por día.
En cuanto a los niños sugiere que la ingesta sea para los de dos a cinco años de al menos 250 g diarios, de seis a nueve años 350 g, y mayores de 10 unos 400 g.
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