Por Lourdes Pérez Navarro
Periodista de la Redacción Ciencia y Técnica
La Organización Mundial de la Salud incluyó el plomo (Pb) en una lista de 10 productos químicos causantes de graves efectos sobre la salud, por lo que la inmensa mayoría de los sistemas y programas de vigilancia higiénico-ambiental y sanitario de los trabajadores lo incluye como uno de los factores principales de riesgo ocupacional.
La intoxicación con plomo (saturnismo, plumbosis o plombemia) es un problema de salud pública de abordaje integral y complejo, y se estima que cada año 1,06 millones de personas pierden la vida por esa causa.
Entre los efectos que provoca la intoxicación por plomo destacan los neurotóxicos, nefrotóxicos, hematológicos y de la función reproductiva, de acuerdo con un estudio recién publicado en la Revista Cubana de Salud y Trabajo.
Los autores de la investigación detallaron que la toxicidad aguda por Pb se presenta luego de una exposición respiratoria a altas concentraciones, con encefalopatía, insuficiencia renal y síntomas gastrointestinales.
La toxicidad crónica es la más frecuente y se manifiesta con compromiso multisistémico: hematopoyético, del sistema nervioso, gastrointestinal, cardiovascular, renal y reproductor.
Además, la exposición a este metal está asociada con efectos tóxicos en el sistema inmune, incrementando la incidencia de alergias, enfermedades infecciosas y autoinmunidad.
Incluso, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, tras estudiar la relación del daño en el ADN con la exposición a plomo, lo clasifica como posible carcinógeno humano.
La exposición ambiental y ocupacional al Pb puede afectar adversamente el eje hipotálamo-hipófisis-testicular, alterando la inducción de la espermatogénesis, así como la función de los espermatozoides y provocar infertilidad masculina.
¿CÓMO LLEGA EL PLOMO AL CUERPO HUMANO?
La inhalación y la ingestión son las principales vías de entrada de los compuestos inorgánicos de plomo al organismo humano, subrayaron los expertos.
Estos compuestos se encuentran presentes en el aire ambiental en forma de aerosoles que, al ser inhalados, se depositan en el tracto respiratorio.
También pueden ingresar al organismo por ingestión a través de las manos, alimentos, bebidas o cigarrillos contaminados en el ambiente de trabajo debido a malas prácticas de higiene laboral.
El plomo inorgánico se absorbe en el tracto gastrointestinal, en su mayoría en el duodeno, y luego circula en la sangre, uniéndose fundamentalmente a los eritrocitos. La fracción que se une al plasma se distribuye al cerebro, hígado, riñones, piel y sistema músculo-esquelético, donde puede manifestar su toxicidad.
La excreción del plomo es lenta; se realiza a través de los riñones por la orina y en menor cantidad en la bilis, heces, piel, cabello, uñas, sudor y leche materna.
El metal no excretado permanece en el cuerpo por periodos prolongados produciendo efectos sobre los canales de calcio formando depósitos fundamentalmente en huesos, donde es inerte e inicialmente no tóxico y puede permanecer acumulado durante toda la vida.
El plomo almacenado puede volver a entrar al torrente sanguíneo durante periodos de alteración de calcio (osteoporosis), embarazo, hipertiroidismo, medicaciones y edad avanzada.
Este metal es capaz de cruzar la barrera placentaria y provocar graves consecuencias para el feto, dañando la función neurocognitiva en bebés y niños pequeños, y generando problemas de conducta, disminución del coeficiente intelectual y del aprendizaje.
FUENTES DE EXPOSICIÓN
En un primer grupo están las fuentes del ambiente en general, por la emisión al aire de vapores y partículas que contaminan el agua, el suelo, los alimentos y la biota.
En el segundo grupo, ambiente ocupacional, se encuentran las actividades de minería y los procesos industriales que utilizan el plomo y sus compuestos.
Los especialistas enfatizan que la aplicación de prácticas inadecuadas durante el trabajo puede ocasionar trastornos graves y duraderos en la salud tanto de los trabajadores como de la comunidad y el medio ambiente por las emisiones de este metal.
Resaltan que si bien en el mundo se eliminó la mayor fuente de contaminación por plomo (el uso de este con combustible), aún se necesitan acciones urgentes para detener las provenientes de pinturas, baterías, artículos domésticos y otros productos que contienen este tóxico metal.
QUEDA MUCHO POR HACER
Ante este panorama “queda mucho por hacer”, dijo a la revista Naruraleza Nafisatou Cissé, gerente de programa y líder de equipo en el Proyecto de Eliminación de la Exposición al Plomo en Lomé, Togo.
Explicó que en todo el mundo, 815 millones de niños (uno de cada tres) tienen niveles peligrosos de plomo en el torrente sanguíneo, lo suficiente como para causar daños cerebrales irreversibles, discapacidad intelectual, menor nivel educativo, trastornos del comportamiento, ingresos reducidos a lo largo de la vida, anemia, enfermedad renal y cardiovascular.
A su juicio, la sorprendente falta de atención a un problema tan enorme y solucionable probablemente se deba a que el 94 por ciento de la carga de morbilidad por exposición al Pb ocurre en los países de ingresos bajos y medianos.
Cada año, precisó, solo se gastan alrededor de 10 millones de dólares de fondos internacionales para abordar el envenenamiento por plomo a nivel global, mucho menos que los ocho mil 200 millones de dólares que los gobiernos donaron el año pasado para el VIH/sida, que también mata a casi un millón de personas anualmente.
Las leyes que prohíben las pinturas con plomo –mencionó- son muy efectivas para prevenir la exposición a este tóxico metal, pero existen 70 países carentes de estas legislaciones y muchos más donde dichas normativas jurídicas no se aplican correctamente.
Mientras, estas son ampliamente usadas en hogares, escuelas y parques infantiles, y su polvo y escamas venenosas pueden ser ingeridos accidentalmente, en particular por niños pequeños.
Brindar conciencia y recursos sobre el envenenamiento por plomo a un nivel que coincida con la escala del problema significaría que cientos de millones de niños vivirán más saludables y felices, y alcanzarán el máximo potencial para contribuir a sus comunidades, países y al mundo, sentenció Cissé.
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