Lo cierto es que la lactancia materna exclusiva sigue siendo el mejor alimento para un bebé recién nacido hasta los seis meses de vida, cuando es iniciada la alimentación complementaria.
La Organización Mundial de la Salud recomienda continuarla hasta pasado este lapso complementada adecuadamente con otros alimentos.
Según la literatura médica, la lactancia materna protege al bebé de infecciones como gastroenteritis, infecciones de las vías respiratorias, otitis, infecciones urinarias y otras, sobre todo las inmunitarias. También está demostrado que resguarda al niño frente al Síndrome de Muerte Súbita del Lactante.
Además tiene efectos beneficiosos para el organismo de la madre, pues hace que la recuperación después del parto se más rápida e incluso está demostrado que reduce el riesgo de cáncer de mama y de ovario.
Por eso es importante que el entorno de la madre le apoye para conseguir una buena lactancia.
Si el bebé y la madre están sanos, independientemente del tipo de parto, se debe colocar al recién nacido en el pecho de su madre hasta que haga la primera toma.
Las dos primeras horas son fundamentales ya que el recién nacido tiene un reflejo de succión muy fuerte.
Aclaran los expertos, que se ofrece el pecho a demanda porque el bebe puede hacer entre ocho y 12 tomas al día, pero pueden ser más.
Durante la toma, la composición de la leche varía, siendo más grasa al final, por lo cual se recomienda que el bebé vacíe un pecho por completo antes de ofrecerle el otro, ya que de lo contrario podría no alimentarse bien y le puede dar gases.
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