Así respondió Beijing ante la decisión ejcutiva de Washington de controlar aún más las inversiones en el exterior y en particular, aquellas provenientes de entidades estadounidenses con destino a los sectores de semiconductores y microelectrónica, tecnología de información cuántica e inteligencia artificial en China.
De acuerdo con el Ministerio de Relaciones Exteriores, el verdadero objetivo de la medida es privar al país asiático de su derecho a desarrollarse, «persiguiendo egoístamente la supremacía estadounidense a expensas de otros».
En opinión de la cancillería, se trata de una coerción económica y hostigamiento tecnológico, «un acto que viola gravemente los principios de la economía de mercado y la competencia justa».
Asimismo, la diplomacia del gigante asiático denunció que esta orden ejecutiva socava el orden económico y comercial internacional, desestabiliza las cadenas industriales y de suministros globales y perjudica tanto los intereses de ambos países como los de la comunidad empresarial a nivel global.
«Se trata de una desglobalización y una acción para suprimir gradualmente a China», añadió la cancillería.
Además, la cartera instó a Estados Unidos a que deje de politizar, instrumentalizar y utilizar como armas las cuestiones tecnológicas y comerciales.
«China seguirá de cerca los acontecimientos y salvaguardará resueltamente sus derechos e intereses», concluye el comunicado.
En menos de dos meses funcionarios de alto rango de la administración de Joe Biden visitaron China, en lo que se percibió como un intento por distender las deterioradas relaciones bilaterales.
Sin embargo, temas como guerra económica, Taiwán y derechos humanos han causado que los nexos diplomáticos entre las dos principales economías del orbe se encuentren en el peor momento de su historia.
mem/idm