Los rayos secos ocurren cuando la lluvia se evapora antes de llegar al suelo, lo que permite que los relámpagos impacten en la vegetación seca sin suficientes precipitaciones.
Se consideran secos cuando hay menos de 2,5 milímetros (mm) de lluvia, y un milímetro de esta equivale a un litro por metro cuadrado.
Según la revista Geophysical Research Letters, los investigadores descubrieron que los impactos causaban incendios forestales a pesar de una precipitación de hasta 7,7 mm.
“Aunque la cantidad de lluvia sigue siendo escasa, una estimación más precisa podría ayudar a los equipos de intervención a detectar antes los incendios, sobre todo los denominados remanentes, que pueden permanecer latentes durante varios días antes de convertirse en incendios en toda regla”, argumenta la fuente.
El estudio ayudarán a comprender mejor cuánto puede llover y aún así suponer un riesgo de incendio, subrayaron los expertos de la Universidad Estatal de Washington.
Aunque los humanos siguen causando la mayoría de los siniestros, ya sea por accidente o provocados, los que ocurren en zonas forestales debido a los rayos secos son los que queman más superficie.
Estos –señalan los investigadores- también pueden provocar incendios en lugares remotos de difícil acceso para los bomberos.
Las zonas boscosas son especialmente vulnerables a este tipo de siniestros porque los focos pueden prender las hojas del suelo que están protegidas de la lluvia por las ramas superiores.
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