Estas cuestiones centrarán los debates de la Semana Mundial del Agua, que cuenta con el apoyo de la Organización de Naciones Unidas (ONU), y que reúne en Estocolmo, Suecia, a expertos y activistas para tratar el tema.
En ese contexto, el organismo alertó sobre cómo el fenómeno afecta a comunidades vulnerables como el pueblo costero de Taholah en el estado de Washington, hogar de Quinault, una reserva indígena.
Allí, las inundaciones causadas por el aumento del nivel del mar y el clima extremo obligaron a sus pequeña comunidad de 650 habitantes a trasladarse a terrenos más altos de los que han vivido durante miles de años.
Otro escenario enfrentan las comunidades de Phoenix, Arizona, donde una mega sequía de 23 años enciende las alarmas sobre el suministro de agua de la ciudad cercana al desierto de Sonora.
La urbe lidia actualmente con una ola de calor que en julio dejó 31 días consecutivos de temperaturas superiores a 43 grados, récord superior al de 18 días establecido en junio de 1974, según el informe de ONU.
A juicio de Johannes Cullmann, vicepresidente de la Oficina de Naciones Unidas para el agua, ONU-Agua , la crisis climática “es principalmente una crisis del agua”.
Al respecto recordó que en medio del aumento del nivel del mar por el derretimiento de los glaciares y un patrón de lluvia cambiante, los períodos secos más largos están relacionados con experimentar más incendios.
En el inicio de la Semana Mundial del Agua, este 20 de agosto, Cullmann aseguró que los expertos y las personas afectadas por la crisis del vital líquido debatirán “para explorar cómo el agua puede ser una herramienta poderosa para abordar la crisis climática».
La cita analizará consecuencias como el calentamiento global, la pérdida de biodiversidad, la pobreza y muchos otros otros desafíos relacionados, dijo.
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