Según un nuevo artículo de la Wildlife Conservation Society (WCS) muchos de los mamíferos y aves objetivo de la caza ilegal y comercial se alimentan de frutas y dispersan semillas grandes de especies de árboles con alta capacidad de almacenamiento de carbono.
El estudio destaca que la pérdida de estos grandes frugívoros cambia la composición de los bosques con el tiempo, de modo que las especies de árboles dispersados por el viento o de semillas pequeñas con menor densidad de madera y, por lo tanto, menores cantidades de carbono, se vuelven más predominantes.
La autora principal del estudio, la doctora Elizabeth Bennett, vicepresidenta de Conservación de Especies de la WCS, dijo que se sabe que dicha caza tiene efectos perjudiciales sobre las especies objetivo, la biodiversidad en general, y los medios de vida y el bienestar de las comunidades locales.
“Menos apreciado es el impacto adverso de la difamación sobre la capacidad de los bosques tropicales para secuestrar y almacenar carbono, lo que tiene implicaciones para el cambio climático”, precisó.
Otro impacto climático negativo es la pérdida de vida silvestre debido a la caza, que afecta el almacenamiento total de carbono forestal al eliminar el carbono almacenado en los cuerpos de los animales.
Por ejemplo, un elefante de bosque adulto contiene alrededor de 720 kilogramos de carbono por lo que los 11 mil elefantes asesinados en un solo parque nacional de Gabón entre 2004 y 2012 habrían significado, por tanto, la pérdida de siete mil 920 toneladas de carbono almacenado, equivalentes a 29 mil 40 toneladas de CO2.
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