En su discurso ante la Asamblea de las Naciones Unidas, en sustitución del presidente Rodrigo Chaves, explicó que las organizaciones multilaterales y las instituciones financieras internacionales deben reconocer que los países de renta media alta no pueden ser excluidos de la cooperación y de una distribución justa de los recursos basadas en las necesidades de los países.
La solidaridad, la responsabilidad compartida y el respeto a los derechos humanos deben ser nuestro Norte.
En Costa Rica, más del 11 por ciento de nuestros habitantes son migrantes, somos el país latinoamericano con mayor proporción de migrantes respecto a su población total, explicó.
Y de acuerdo con datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, somos el tercer país del mundo en la recepción de solicitudes de refugio, alcanzando más de 270 mil a septiembre de este año.
Pero, como país de renta media, nuestros recursos son limitados y nuestras necesidades actuales y emergentes han sido invisibilizadas.
En otro momento hizo un llamado a la acción para la reforma del sistema financiero internacional.
Su rediseño, dijo, debe tener como objetivo la paz, la seguridad humana y el desarrollo sostenible, más allá de un reordenamiento geopolítico.
Y este cambio debe ocurrir en todas y cada una de las instituciones financieras internacionales, incluyendo la banca regional y global de desarrollo, que deben estar alineadas hacia este objetivo común, señaló.
Al referirse a la problemática ambiental, reflexionó sobre el agotamiento del tiempo para salvar nuestro hogar. Tenemos que replantear nuestra relación con el Planeta. Costa Rica es el ejemplo de que es posible fomentar el desarrollo y proteger al medio ambiente al unísono.
Para el canciller, el compromiso de atender con urgencia las interconectadas crisis ambientales, es inequívoca. Esto demanda acción, ambición, y firmeza para alcanzar nuestra meta de conservación 30×30 y no sobrepasar el 1.5 grados de calentamiento global.
Puntualizó, a la par, que Costa Rica continuará siendo pionera en revertir la deforestación mediante nuestros programas de áreas protegidas y pagos por servicios ambientales, que mediante nuevas modalidades tiene los recursos y los acuerdos de salvaguardas a la totalidad de nuestros veintidós territorios indígenas por su custodia de nuestros bosques.
Sin embargo, por nuestra ubicación geográfica en una de las regiones más vulnerables a los impactos climáticos extremos, nos hemos preocupado por la prevención y la preparación, para garantizar que los desastres naturales tengan el menor costo humano.
Pero su impacto económico y, en particular, en la infraestructura sigue siendo devastador y afecta desproporcionalmente a los más pobres, a los más vulnerables y, entre ellos, los pueblos rurales y costeros.
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