Una revisión de la literatura de 2020 encontró que cada aumento de un grado Celsio genera un aumento del 5,0 por ciento en el riesgo de prematuridad en áreas o estaciones cálidas y durante las olas de calor dicho riesgo aumenta 16 por ciento, reflejó la revista científica Science.
Ello significa que el cambio climático podría exacerbar a nivel mundial la prematuridad, que es la principal causa de muerte de niños menores de cinco años, de acuerdo con los investigadores.
Algunos estudios, casi todos de países de altos ingresos, sugiere que la exposición al calor también pone en peligro a las embarazadas pues se asocia con la diabetes gestacional y la preeclampsia, una condición peligrosa caracterizada por la presión arterial alta.
Una encuesta con más de 400 mil embarazos en el sur de California publicado este mes en la revista JAMA Network Open encontró que la exposición prolongada al calor durante el embarazo aumenta el riesgo de enfermedades maternas graves durante el parto en un 27 por ciento.
Los impactos pueden ser peores en los países de bajos ingresos del Sur global, que enfrentan las mayores amenazas del cambio climático y donde las embarazadas tienen más probabilidades de estar expuestas a trabajos físicos prolongados en ambientes cálidos.
Los seres humanos normalmente mantienen su temperatura central (la temperatura de sus órganos internos) en aproximadamente 37 grados y para evitar que esa temperatura aumente debemos perder calor tan rápido como lo produce el cuerpo y lo absorbe del medio ambiente y el mecanismo más eficaz para perder calor es la sudoración.
Los científicos asumieron durante mucho tiempo que las embarazadas no regulan la temperatura tan bien como las demás personas y ganan un peso considerable, lo cual significa que, en relación con su masa corporal, tienen menos superficie de piel para disipar el calor.
Más de una cuarta parte de ese peso adicional es grasa que, en comparación con otros tejidos, requiere menos calor para elevar su temperatura.
La grasa también aísla el cuerpo, lo cual dificulta la descarga de calor y la tarea de construir otro ser humano es en sí misma un proceso que consume mucha energía y genera mucho calor interno.
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